ENTRE LAS FAUCES DEL LEÓN Y LAS GARRAS DEL ÁGUILA

Por Luis Eduardo Esquivel

Abogado, fundador de Ciclos-ADS y candidato a Magister en Derecho Internacional en la Universidad de Miami


Cerremos los ojos y recordemos esta escena. Estamos en Cancun, un 24 de febrero de 2010. Frente nuestro está el entonces presidente brasileño Lula quien se dirige a los asistentes a la Cumbre de la Unidad de América Latina y el Caribe diciendo “No es posible que Argentina no se adueñe de Malvinas…”. Unas horas después de la defensa de nuestra soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias y Sándwich del Sur 32 países firmaron una declaración donde “...reafirman su respaldo a los legítimos derechos” de Argentina. Malvinas era una causa latinoamericana.


Abrimos los ojos. Tan sólo pasaron 12 años. Estamos en Brasil y vemos que nuestro Embajador allí, Daniel Scioli, presenta una nota de protesta ante el gobierno de ese país. Brasil, nuestro histórico rival en fútbol pero estratégico aliado y principal socio comercial, había permitido en enero el aterrizaje de 7 vuelos de la Royal Air Force en ruta a Malvinas. Tras una insólita explicación del Ministerio de Relaciones Exteriores, donde afirman que el apoyo a Argentina no implicaba un deterioro de las relaciones con el otrora Imperio Británico, y que pretendían “no contribuir a la modernización y expansión de los recursos militares y del potencial bélico del Reino Unido en ese archipiélago”. El sabor amargo en la boca no se quita, ni el nudo en la garganta de ver deshacer el trabajo de tantos años. Nos queda una pregunta, quizás: ¿Sigue siendo una causa latinoamericana?

Malvinas, una causa latinoamericana  


Las fauces de los leones:


El león es considerado el rey de la selva en la mayoría de los mitos y cuentos que nos leen, no creo que sea accidente que tanto España como el Reino Unido hayan sido representados por este animal. Este león, símbolo de dos Imperios que pretendían no tener puesta ni salida del sol. Reinos que llegaron a América y crearon colonias. Colonias con diferencias en su concepción política, filosófica y social, pero sometidas a la autoridad de la Corona de turno. El pueblo argentino tiene experiencia en la lucha contra el león ibérico y el león anglosajón, ambos rendidos a sus pies tras la lucha de nuestros patriotas y héroes.


En 1806 y 1807 el león anglosajón vio frustrado su intento de ocupar las tierras argentinas con la sangre y sudor de próceres como Güemes, Liniers, Saavedra, y la de nuestros héroes anónimos, hombres y mujeres, que pusieron el cuerpo en la expulsión del invasor. Tras años de lucha militar y política, en 1815 y 1816 el león ibérico quedaba formalmente notificado de que las resoluciones de la Corona tenían la misma validez en Argentina que en Marte. Así la Nación Argentina se levantaba, victoriosa, con la promesa de un futuro brillante y próspero.


El felino anglosajón no quedó del todo satisfecho y tuvimos que recordarle en Obligado el valor argentino (tampoco se salvó el gallo francés en esa Vuelta). Lamentablemente, la victoria militar y diplomática argentina no fue total. La influencia anglófila en gobernantes y referentes políticos se reflejaba en la frustración del sueño de la Patria Grande con el desmembramiento territorial del ex virreinato; la lucha civil entre federales y unitarios, o mejor dicho entre patriotas y cipayos; y la creciente influencia política y económica de la corona británica. En 1833 el león da un zarpazo, expulsa a los habitantes de las Islas Malvinas, y asienta una población anglosajona. Desde entonces los gobiernos argentinos han buscado la restauración de nuestros derechos soberanos, irrenunciables e imprescriptibles, pero sin efecto. El león anglosajón aún en su atardecer imperial mantiene su ADN colonialista y pirata.

"La Reconquista de Buenos Aires", cuadro de Charles Fouqueray



El vuelo del águila


Tras la Segunda Guerra Mundial se produce un cambio en el esquema de poder de occidente, quien asume la conducción imperial ya no es el león británico, sino que es el águila norteamericana. Ya en 1823 Monroe declaró a América Latina como su patio trasero y tras 1945 sólo profundizó el alcance de sus garras. Golpes, intervenciones militares, presiones políticas. La historia moderna de América Latina puede resumirse en la lucha de un pueblo contra la bota imperialista.


Esta tierra de héroes, el suelo que vio nacer a San Martín, Rosas, Yrigoyen, Evita, Néstor, Cristina, el Diego, Hebe y Estela, tuvo la fortuna de tener en la conducción política de la Nación a un General con una visión única. Perón entendió que la defensa de los intereses nacionales no debe olvidar los principios universales de cooperación y amistad entre los pueblos. Vio cómo las potencias imperiales desean ver divididos y enfrentados a los pueblos que desean someter. Por lo tanto, la defensa de los intereses nacionales implica la unión de los pueblos latinoamericanos.


El General Perón ideó como base de esta idea un “bloque” ABC: Argentina, Brasil, y Chile. Este proyecto responde a las ideas de Patria Grande que fueron promulgadas y ejecutadas por San Martín y Bolívar. Ideas que tras la caída de Rosas y la consolidación de gobiernos unitarios-liberales fueron abandonadas por una oligarquía que al llegar al gobierno quiso ser una perla más de la corona del felino británico.


Otro histórico abrazo de Perón, esta vez con el presidente chileno Ibañez

Los intentos de Perón para lograr esta consolidación de unión latinoamericana llegaron al punto de la realización de una adaptación de la Marcha Peronista: la “Marcha Perón-Ibáñez”, que destacaba la hermandad de ambos pueblos:

“...Argentinos y chilenos 

esta canción entonemos 

como un mensaje de amor.

De los dos pueblos hermanos 

que San Martín libertó...”


El golpe del 55 y el gobierno de la Fusiladora impidió el proyecto de consolidación regional e internacional del peronismo, ya que regresaban al gobierno aquellos que deseaban un país sometido. Esta vez deseaban ser depredados por las garras de un águila en vez de las fauces leoninas. 


Las garras del águila penetraron tan profundo en el continente que Argentina tenía como hipótesis de conflicto no sólo a británicos invasor, sino también a dos pueblos hermanos: Chile y Brasil. 


El 24 de marzo de 1976 la oscuridad fue total: Isabel Perón fue desplazada de su legítimo mandato como Presidenta, y una Junta Militar usurpó el sillón de Rivadavia. La Junta Militar se disfrazó de defensa nacional mientras se postraba a las órdenes del norte (sólo que está vez no era un águila sino un Plan Cóndor). Obedeciendo las órdenes del norte reprimió, torturó, obligó al exilio, encarceló y asesinó. Devastó una generación desapareciendo a nuestros 30.000 compañeros, y privó de su identidad a tantos niños que aún siguen siendo buscados por sus madres y abuelas. 


En 1982 iniciamos la justa recuperación de nuestro territorio insular. Sin embargo, la integración regional era prácticamente una utopía. Tal es así, que el gobierno de Chile nos dio la espalda apoyando a Inglaterra, y recibimos un tibio (casi nulo) apoyo regional. Orquestados desde Washington, los gobiernos de América Latina veían en su vecino un enemigo en vez de un hermano.


Tras el regreso de las democracias a la región, la creación del MERCOSUR y el “fin de la historia” noventista empezaron a sanar las heridas de los últimos 40 años. Sin embargo, el neoliberalismo gobernaba y la mirada seguía puesta hacia el norte, esperando órdenes de un águila quien veía en los tratados de libre comercio una herramienta más útil para la dominación que las dictaduras militares.


Los padres de la democracia


ALCA, ALCA, AL CARAJO


Los primeros años de este siglo nos muestran un Bush que deseaba expandir sus garras a Medio Oriente mientras sometía económicamente a América Latina; un leve desinterés por parte del partido demócrata, más interesado en los negocios que podía hacer en Libia, Siria, Afganistán, e Irak; y la política exterior extravagante de un hombre naranja que apoyó un golpe en Bolivia y la decisión del FMI de endeudar a nuestro país con un acuerdo leonino y abusivo, negociado por el felino local que nos gobernaba (sólo que era gato y no león). 


También nos muestra un pueblo latinoamericano unido, artífice de un destino común, creador de organismos regionales políticos y económicos. Lula, Nestor, Chavez, Cristina, Lugo, Pepe… nombres que decimos y nos recuerdan hitos históricos. Por fin América Latina tenía proyectos y causas comunes. El reclamo de Malvinas ya no era una causa sostenida por una nación, era la causa de una región. Todos éramos países que habíamos sido depredados por leones, águilas, gallos, y otras fuerzas imperiales. Teníamos capacidad de negociación y de imponer una agenda. Nos acercabamos a bloques y actores internacionales con mayor fuerza.  


Lamentablemente, el denominado “giro a la derecha” de la región de los últimos años, coronado con golpes de Estado en Bolivia y Brasil, y la llegada al poder de Cambiemos y Bolsonaro, ha dañado el objetivo de afianzar la Patria Grande. La llegada de Mauricio Macri al poder implicó un alejamiento de las políticas de unidad latinoamericana para acercarse a la visión unitaria-liberal de someter los intereses nacionales al imperialismo anglosajón. Por ello, Macri, Bolsonaro y sus socios regionales pretendieron desarmar los mecanismos de diálogo y cooperación política, cultural y social, para consolidar bloques meramente económicos o que respondan a intereses foráneos, como el Grupo de Lima. 


Abrimos los ojos otra vez: Bolsonaro permite el ingreso de aviones militares británicos a Brasil. Piñeira reclamó parte del territorio argentino como propio. El sueño de una América Latina unida parece frustrado. 


A esos tigres sedientos de sangre fuertes pechos sabrán oponer


Alguna vez García Linera dijo “Luchar, vencer, caerse, levantarse, luchar, vencer, caerse, levantarse. Hasta que se acabe la vida, ese es nuestro destino”. Mira si sabremos de eso en este país: los orilleros que sostuvieron a Saavedra; el unitario Chilavert luchando con Rosas por la Patria en Caseros; las madres y abuelas; los descamisados; los héroes de Malvinas; nuestros compañeros y compañeras. Alguna vez Cristina dijo que es optimista porque es militante. Y la realidad, ¿cómo no ser optimistas? Ante cada anochecer surgen en este suelo héroes y heroínas que hasta con un gol con la mano rinden a nuestros pies a las fuerzas imperiales.


Contra viento y marea, nos queda hoy recordar a Perón (si, siempre hay que recordarlo) para definir nuestro norte en el Siglo XXI: ser dominados bajo el yugo colonial o estar unidos en defensa de una Patria (Grande) justa, libre y soberana, cueste lo que cueste y caiga quien caiga. 


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