DIA DE LA LEALTAD: Reflexiones 75 octubres después | Por Yafar Ali

Por Yafar Ali
Miembro de la Secretaría de Formación Política
Organización Peronismo Militante Tres de Febrero



“Desde allí fuimos a la plaza, en una caravana impresionante, que venía desde Barracas y se engrosaba en Constitución, donde había muchas industrias. Había gente de todas las edades, muchas mujeres de las fábricas, era notable su presencia y su entusiasmo. Algunos venían con banderas argentinas en las manos. El pueblo gritaba ‘¡Queremos a Perón, queremos a Perón!’; lo pintaban en los tranvías: ¡Perón que grande sos…!’ Ahí nació el estribillo de la Marcha Peronista, que todavía no se había inventado. Cuando a las 11 de la noche apareció Perón en el balcón, fue una alegría tan inmensa que jamás en nuestras vidas podremos olvidarlo. Porque era el triunfo de nuestra dignidad, que es lo primero y principal que les dio Perón a los trabajadores argentinos.” 
Sebastián Borro; dirigente del gremio de la carne. Paradigma de la resistencia peronista luego de la caída de Perón en 1955. Testimonio recopilado en el libro de Roberto Baschetti “La Plaza de Perón”.

    Se hace difícil redactar algo que ya no se haya escrito en torno al movimiento peronista y, en especial, al 17 de octubre de 1945. Aquel glorioso día marcó un antes y un después en la Historia argentina, pero también latinoamericana, y sirvió de apoyo para todos los pueblos ansiosos de libertad en el mundo.
    De todos modos, este breve y sencillo ensayo, tratará de, al menos, hacer un aporte a la descripción del 17 de octubre, tratando de comprender y aprehender su significado empírico-fáctico y también metafórico.
    El peronismo evocó siempre, desde su contenido doctrinario, a la síntesis y armonía, en general. Principalmente enfatizando en la síntesis entre materia y espíritu.
    Ahora bien, teniendo evidencia de tanto beneficio material en términos de conquista de derechos para el conjunto de la comunidad que conforma el Pueblo argentino, especialmente a los sectores más desposeídos y necesitados de la misma, como por ejemplo, la suba del poder adquisitivo de los trabajadores, la más equitativa distribución de la riqueza, la disminución de la indigencia casi hasta su desaparición o el crecimiento exponencial de las empresas nacionales; ¿dónde podemos hallar evidencia de la importancia que tiene y que el peronismo le dio a la cuestión espiritual? La respuesta, a mi entender, tiene la misma proporción de sencillez que de trascendencia para el movimiento justicialista. Porque está en su origen mismo.
    Podemos decir que el peronismo comienza a gestarse cual embrión a principios de la década de 1940 con el acercamiento del entonces Secretario de Previsión Social y coronel, Juan Domingo Perón, a la gran masa del pueblo. No obstante, su nacimiento y momento cúlmine de la instalación del peronismo como tal es el 17 de octubre de 1945.


Dimensionar el Hecho político y cultural
“Era el subsuelo de la patria sublevado. Era el cimiento básico de la Nación que asomaba, como asoman las épocas pretéritas de la tierra en la conmoción del terremoto. Era el substrato de nueva idiosincrasia y de nuestras posibilidades colectivas allí presente en su primordialidad sin reatos y sin disimulos. Era el de nadie y el sin nada en una multiplicidad casi infinita de gamas y matices humanos, aglutinados por el mismo estremecimiento y el mismo impulso, sostenidos por una misma verdad que una sola palabra traducía: Perón.” Raúl Scalabrini Ortiz.

    Detengámonos un momento sólo para analizar, aunque sea parcialmente, un fenómeno que desde una concepción meramente materialista de la Historia (o de la vida misma) no tiene razón de ser. Estamos hablando de una movilización sin precedentes, a la que no hubo convocatoria previa, de la cual nadie había tenido la idea; en otras palabras, espontánea, genuina. Allí hay algo más, se encuentra un sentimiento intangible, de pertenencia, de identidad popular, reivindicador de tantas generaciones que han tenido tan poco y sin embargo resistieron, firmes, leales a sus principios y valores que los hermanaban. Se trata de un apoyo a la figura que los escuchó como nadie lo había hecho.
    ¿Cuál es la explicación racional del 17 de octubre de 1945? Si no existían las redes sociales, ni el streaming, ni el internet. El famoso “boca en boca”, el apuro por asistir, la emoción de estar haciendo lo que ese tiempo y lugar demandaba, ese sentimiento de socorrer a quien lo necesita, la solidaridad de un pueblo, fue mucho más eficaz en su difusión que cualquier medio virtual incluso de hoy en día. No hay forma cien por ciento racional de comprender este suceso, ni al movimiento peronista. Porque el ser humano no es cien por ciento racional. Por eso el vínculo tan particular y arraigado del movimiento justicialista para con sus integrantes, porque es el movimiento más humano, más vivo. La expresión más fiel de su gente se reunió allí, se congregó en un solo canto, un único grito que pedía la liberación de Perón.
    Ese día se reunió la síntesis de nuestro pueblo, estaban los precolombinos, como también los criollos, los mestizos, los inmigrantes, los que se preguntaban qué pasaba en mayo de 1810, los que dejaron la vida en la Cordillera de Los Andes, los que aguantaron en las montoneras federales, quienes resistieron con coraje el fraude y los gobiernos oligárquicos, los que se organizaron en sindicatos y gremios, los que estaban enfermos y fueron igual, los que se enfrentaron al patrón para no dejar de estar, los que fueron en familia, las que fueron embarazadas, los niños, los ancianos, quienes caminaron cientos de kilómetros y hasta cruzaron tramos a nado, para reafirmar la lealtad y el compromiso con la noble causa del pueblo. Aquellos que solo tenían lo puesto, los descamisados.
    “Fue una sorpresa escalofriante cuando llegué a las inmediaciones del río y me topé con un escuadrón de la policía montada […] Del otro lado del río, en el límite de Avellaneda, la muchedumbre peronista gritando que levantaran los puentes, componía un cuadro formidable. Hacia el mediodía se produjo un hecho inesperado y extraordinario que, tal vez, ni el mismo Perón conozca: esa muchedumbre, cansada de esperar, se tiró al riacho para cruzarlo a nado. Yo buscaba desesperadamente la cara del oficial que comandaba el pelotón porque, según informes, la policía debía estar al lado del pueblo; pero no pude ubicarlo. De repente, este hombre desenfundó el sable y gritó ‘¡Viva Perón!’; luego el escuadrón hizo lo mismo y sus hombres gritaron: ‘¡Viva Perón!’ Agregó el jefe del pelotón: ‘Bajen el puente para que pase el pueblo’[…] Después me integré a la muchedumbre que avanzaba por la ciudad y, ya cerca del centro, entré en una librería abierta para comprar tizas. Entregué centenares de tizas al pueblo y empezamos a dar consignas que se escribían por todos lados. De pronto alguien dibujaba una caricatura de Perón y era tal la mística que ya no se pisaba ese pedazo de calle. ‘Por aquí pasó el pueblo’, se escribía, y no se rompió un vidrio; pedían permiso a los automovilistas para escribir el nombre de Perón en los cristales de los coches; los conductores accedían y se quedaban aplaudiendo. No hubo un solo acto de violencia.” Testimonio de Blanca Luz Brum, escritora uruguaya radicada en Buenos Aires cuando sucedió la manifestación del 17 de octubre de 1945.

    Este factor sentimental, metafísico, espiritual, hace que el peronismo trascienda la política administrativa y partidaria, para transformarse en un movimiento, un hecho cultural, una forma de entender la argentinidad. Y, por supuesto, es lo que lo distingue de las derechas y las izquierdas tradicionales. Por eso la indignación del Partido Comunista, por eso la rabia de la Sociedad Rural, por eso la “Unión Democrática”, por eso la persecución, los 18 años de proscripción y los crímenes de lesa humanidad.
    Pero si hay algo que nos caracteriza a los peronistas es la capacidad de resistir y de saber sortear las embestidas de la Historia, entender cada etapa y crecer en cada una de ellas.


“…El peronismo no se aprende ni se proclama, se comprende y se siente. Por eso es convicción y es fe. […] yo no deseo, no quiero para el peronismo, a los ciudadanos sin mística revolucionaria. Que no se incorporen, que queden rezagados, si no están convencidos. El que ingrese, que vuelque su cabeza y su corazón sin retaceos, para afrontar nuestras luchas, que siempre habrán de terminar en un glorioso 17 de Octubre. Pero en nuestro movimiento no tiene cabida el interés y el cálculo. Marchamos con la conciencia hecha justicia que reclama la humanidad de nuestros días.” 
Eva Duarte de Perón. Sobre el 17 de octubre de 1945.

    El 17 de octubre trasciende a la Historia porque es el día en que, de manera oficial, explícita, frontal, imposible de ocultar, los trabajadores del pueblo argentino pasan a intervenir de forma sobresaliente en la política nacional. El trabajador comienza a ser el paradigma preponderante, gracias a esta fecha, gracias al peronismo.
    Nuestro movimiento tiene como eje central al movimiento obrero organizado, y cree en una sola clase de personas: las que trabajan, en todo sentido de la palabra. Así es como volvemos a recalcar el valor simbólico de aquella jornada, plagada de calor popular, tan inexorable, tan inevitable, como el curso mismo del tiempo. Por eso, los trabajadores lo recuerdan todos los años, para llenarse de ese espíritu revolucionario del peronismo y contagiar la alegría de estar el uno para el otro. Para no olvidar de dónde venimos y proyectar hacia dónde vamos.
    Hoy en día, necesitamos más que nunca volver a ese sentimiento, a esa mística popular que nos caracteriza, nos distingue y nos da la convicción que requiere ser parte de un proyecto colectivo, donde nadie se realiza sin que antes la comunidad se realice; que desea integrarse y ser hermano de los pueblos libres del mundo.
    Una vez más, el justicialismo volvió a gobernar, tras 4 años de oligarcas en el poder formal. Y tenemos la responsabilidad histórica de estar a la altura de las circunstancias. Si la solidaridad movió a las masas aquel 17 de sol, hoy, en lo que pareciera ser una de las más amenazantes tormentas, debemos apelar a la misma solidaridad de entonces, para poner el hombro, arremangarse y seguir tirando para adelante. 
    Ahora, en este sentido, es que también se puede llegar a comprender que, 75 años después, de presencia virtual o física, pero siempre hermanados por el sentimiento, nos hayamos reunido para volver a festejar, a conmemorar, para seguir reclamando que este pueblo ansía ser políticamente soberano, económicamente independiente, y socialmente justo. Y está dispuesto a renovar el voto de confianza que depositó en Perón. 
    Y cuando sintamos que no nos quedan fuerzas, que la situación nos supera, debemos recordar siempre el volver a las raíces, y saber que, a pesar de las bombas, los fusilamientos, los compañeros muertos y los desaparecidos, no nos han vencido. Feliz Día de La Lealtad.

“…Que sepan hoy los indignos farsantes que este pueblo no engaña a quien no lo traiciona. Por eso, señores, quiero en esta oportunidad, mezclado con esta masa sudorosa, estrechar profundamente a todos contra mi corazón, como lo podría hacer con mi madre. Desde esta hora, que será histórica para la República, que sea el coronel Perón un vínculo de unión que haga indestructible la hermandad entre el pueblo, el ejército y la policía; que sea esta unión eterna e infinita para que este pueblo crezca en esa unidad espiritual de las verdaderas y auténticas fuerzas de la nacionalidad y del orden; que esa unidad sea indestructible e infinita para que nuestro pueblo no solamente posea la felicidad sino también sepa dignamente defenderla.” 
Juan Domingo Perón. Fragmento de su discurso del 17 de octubre de 1945.

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