ALGUNAS REFLEXIONES INCÓMODAS: Pensar al sujeto, construir un pueblo, liberar la patria, y no frustrarse en el intento. | Por Manuel Guichandut y Clara Muras

Por Manuel Guichandut, responsable político, y Clara Muras, responsable del Frente de Géneros y Diversidad. 
Organización Peronismo Militante San Miguel


¿De qué va la cosa?

    En un recorrido desde lo más general a lo particular, esta nota se enmarca en una apuesta de compañeros y compañeras de Peronismo Militante a la generación de contenido nacional y popular, mediante este blog llamado “El Subsuelo de la Patria”. Somos dos militantes que, juntxs, nos propusimos escribir a partir de diversas referencias que nos fueron influyendo en nuestros recorridos a través de lecturas, experiencias, debates, etc. Esta síntesis escrita es el producto de una puesta en común incesante de reflexiones que ha atravesado desde siempre la relación que nos une. Partimos del supuesto a priori que indica que la presente nota será leída, mayormente, por militantes como nosotrxs. Por este motivo pretendemos generar algún tipo de aporte, por pequeño que éste sea, a ellxs: lxs compañerxs del amplio campo nacional y popular.

    Hay un contorno que suele enmarcar nuestras reflexiones, generalmente nocturnas -cerveza de por medio- que es la relación siempre compleja, siempre problematizable, entre la militancia, y lo que llamamos el “sujeto Pueblo”. Ella, la militancia; nosotrxs, lxs militantes, somos por procedencia y pertenencia, parte constitutiva de ese pueblo que no agotamos, que no conformamos en su totalidad. El Pueblo no se agota en nosotrxs. Interactuamos en él, con otrxs que integran otros colectivos sociales, con otras trayectorias, pertenencias, conjuntos de valores, deseos, identidades, etc. Surge entonces el problema de la delimitación del Pueblo: ¿Quienes son estxs otrxs que también componen el Pueblo? ¿Son también Pueblo quienes no piensan y sienten cómo nosotrxs? ¿Cómo se establecen esos límites? Por lo pronto diremos que estas preguntas no serán respondidas en forma acabada en esta nota, pero intentaremos ofrecer aportes a los debates en torno a ellas.

    Si el significante pueblo, como todo significante, establece un recorte, una porción, para definir lo que esa representación es, y por ende, también, lo que no es, la correcta definición de esos rebordes nos permitiría buscar las respuestas a los interrogantes que cierran el párrafo anterior. Sin embargo, contrariamente a lo que plantean los campeones de la copa reconocimiento de la RAE, el lenguaje es político. Por ende, lo será también la tarea de establecer nuestra definición. Antes, decidimos acudir al psicoanálisis como marco teórico para abordar la cuestión del sujeto. No porque el Pueblo no sea más que una suma de sujetos, pero sí para buscar en su proceso de constitución una lógica que nos pueda ser de utilidad. Intentaremos hacer un repaso lo más claro posible sobre conceptos fundamentales de esta teoría para aproximarnos a una comprensión sobre el sujeto psicoanalítico y las implicancias de esa lógica en un proceso de lucha popular por la liberación nacional con capacidad de disputa hegemónica.

    Como dice el compañero Jorge Alemán: “El psicoanálisis de Jaques Lacan es una clara disputa con respecto a los modos de pensar y tratar al sujeto por parte de la racionalidad técnica y neoliberal”. Por eso, recogemos el guante y aceptamos el desafío que nos propone: que nuestro proyecto político no sea una linda pieza de museo, sino la fuerza de transformación de la realidad efectiva. Justamente, para no girar en falso sobre supuestos que solo nos hagan la tarea más sencilla a lxs militantes, el psicoanálisis nos aporta algunas premisas para complejizar el sujeto hablante que somos, y al que queremos ofrecerle un proyecto de país. 


Freud, Lacan, y la estructura del sujeto

¿El sujeto es meramente una producción histórica efectuada por los dispositivos del poder y el saber, como piensan los foucaultianos? ¿O Hay ciertos elementos en la propia constitución estructural del sujeto, que ningún orden político-histórico puede integrar al menos en forma total y definitiva?

Jorge Alemán

    La teoría del sujeto fundada por Freud, y reelaborada por Jaques Lacan, viene a desfondarle el concepto de individuo y a tirarle por la borda el concepto de alma a las ciencias sociales, la filosofía, y las teorías psicologisistas. Su carácter disruptivo radica en postular un sujeto en falta, como falta-en-ser. En otras palabras, el sujeto psicoanalítico estará atravesado por la lógica del deseo, perdiendo así la naturaleza del instinto animal que une a la necesidad con el objeto específico de su satisfacción. El sujeto hablante no solo querrá satisfacer el hambre, sino que querrá un asado en familia el domingo, o una picada con amigxs, o directamente no querrá comer porque está deprimido; mientras que a un perro, por ejemplo, le alcanzará con su mismo alimento balanceado todos los días. 

    Según Lacan, el deseo surge por una falta estructural a nivel del lenguaje. Tomando aportes de la lingüística, postulará que el lenguaje no es más que una concatenación de significantes (representantes) que solo producen significado en relación los unos con los otros. Es decir que el significante “mesa” remite a un mueble formado por un tabla horizontal sostenido por uno o varios pies, solo porque no remite a otra cosa, ya que no hay nada esencial en la mesa y sus características que haga que se la represente con el significante “mesa” y no el de “silla” o “árbol”. Por lo tanto, podríamos usar indistintamente cualquier palabra, pero decidimos no hacerlo y ajustarnos a una convención social estipulada que permite y habilita la comunicación. Pero en este acto de representar las cosas simbólicamente para poder comunicarnos, dice Lacan que “matamos la cosa”, ya que en el lenguaje no se trata más del objeto mesa, sino de la palabra mesa que actúa como su representante en el lenguaje. Lacan irá un paso más allá, y dirá que lo problemático de esto es que entre un significante y otro queda una falta, es decir, que esa producción de significados siempre será incompleta, insuficiente, y que este orden simbólico que “nombra” las cosas, cavará un surco, un agujero, en la realidad; creando así el orden de lo insimbolizable. ¿O acaso algunx se atreve a decir que le alcanzan las palabras para decir lo que vivimos y lo que sentimos en aquella plaza colmada de aquel 9 de diciembre de 2015? Este problemita que nos presenta Lacan de que no alcance con las palabras, pero que sin las palabras no se pueda, es de lo que sufrimos todos los sujetos a lo largo de nuestra existencia.

    La problemática de simbolizar y poder nombrar las cosas no escapa al sujeto en sí mismo, y es lo que constituye las principales coordenadas de esta existencia sexuada, mortal y hablante. El “cachorro humano” como lo define Freud, llega al mundo totalmente desvalido y dependiente de un Otro que le garantice no solo los cuidados primarios, sino también una entrada y un lugar en el universo simbólico, que lo antecede incluso a su nacimiento. Si todo marcha bien para este niñx, atravesará un período de ilusión de unidad entre madre -o quien ocupe la función materna- y él mismo: madre y niñx serán uno. Esto es lo que Freud llama primera experiencia mítica de satisfacción, donde el o la niña llora demandando el alimento, ante la irrupción de una cantidad de energía en el aparato psíquico que no puede procesar por sí solo. Y allí está esa madre que responde satisfaciendo su necesidad. Es esperable que la madre en algún momento se demore o se ausente, que deje lugar a que el sujeto se “separe” de esa ilusión de totalidad entre ambxs. Esto generará, a nivel inconsciente, una falsa creencia de que efectivamente existe un objeto brindado por un Otro que pueda satisfacer nuestra demanda por completo, que nos colme. Cualquier similitud con la consigna de la supuesta “media naranja” es pura coincidencia.

    A partir de esta experiencia mítica fundante, la condición estructural de falta en el sujeto será vivida por él como pérdida. Es decir, el sujeto pensará que perdió aquel objeto que satisfizo su demanda en aquella experiencia con su Otro de los primeros cuidados. Objeto que en realidad nunca le fue propio, ya que la completud entre madre e hijx no fue más que una ilusión. Es así que los seres hablantes pasaremos el resto de nuestras vidas buscando un reencuentro con ese supuesto objeto que colme nuestro deseo, que no existió, ni podrá existir por definición, ya que el deseo es posible siempre que haya una falta. Entonces, la falta estructural de objeto será subjetivada como una pérdida. Las coordenadas de esta búsqueda, y el modo en el que cada sujeto “hace” con su falta, podríamos decir que estarán marcadas por el universo simbólico que ese Otro primordial pudo otorgarle -o no- al sujeto. En este sentido, cada unx responderá a esa falta desde distintas construcciones tan singulares como cada unx, su historia, y sus Otrxs. En este punto podemos comenzar a vislumbrar algo de lo caprichoso del deseo, que sobrepasa los fines de este escrito. 

    Como dijimos, el problema del nombramiento no escapa al ser hablante, ya que nos tejemos a partir de la tela simbólica que lxs Otrxs nos otorgan. Será a partir de algunos significantes primordiales, estructurantes, que ordenaremos nuestro mundo simbólico. Ahora podemos decir que estos significantes fueron tomados de unx Otrx de los primeros cuidados, fantaseado como omnipotente. Este nombrar(nos) mediante el reconocimiento de lx Otrx, como todo proceso de representación, dejará un resto insimbolizable, por lo que el sujeto siempre estará dividido, no “nombrado del todo”, “entre medio” de esos significantes que toma para armarse de un yo. El yo como instancia psíquica será fundamental para otorgarle cierta coherencia y unidad, como también, algún modo de velar y habitar la falta a este sujeto inconsciente, incompleto y sin sustancia. El yo, junto con ciertas construcciones fantasmáticas, dará respuestas provisorias sobre aquello que no las tiene, y que por eso angustia.

    Hasta aquí podríamos pensar entonces que el sujeto siempre emprende una búsqueda inconsciente por reencontrarse con aquello que en algún momento -mítico y primordial- le otorgó placer, satisfacción. ¿Acaso no todxs queremos lo mejor para nosotrxs mismxs, lo que nos da placer? El psicoanálisis nos dirá que no, que no solo muchas veces no buscamos nuestro bienestar, sino que en esa nostalgia y en ese anhelo, que nos lleva a la búsqueda de revivir ese encuentro con ese Otrx para siempre perdido, quedamos fijados en inercias y posiciones subjetivas muy padecientes. El sujeto puede identificarse con ese objeto perdido, ubicarse como objeto de lx Otrx, y así obtener lo que Lacan llama un plus de goce. Sobre este punto volveremos para pensar las posiciones subjetivas implicadas en el fenómeno de la servidumbre voluntaria.

    El goce constituye el costado oscuro del deseo y de la falta, es ese resto irreductible del que venimos hablando, pero ya no ligado al deseo como causa, como motor, sino escenificado en síntomas, repeticiones, y culpa. Es un “plus” para el sujeto, porque otorga un punto de identificación que da ayuda a la consistencia, unidad y coherencia del yo; nos da un ropaje que lo imaginario viste, enmascara la pérdida originaria, y es por este motivo que es tan difícil de conmover. 


Servidumbre voluntaria o la caída del progresismo

    Si nos acompañaron hasta acá, podríamos preguntarnos qué de todo esto influye en nuestra tarea como militantes. En la búsqueda de entender e influir sobre los valores, deseos, criterios, e ideales que nos mueven como pueblo, será crucial considerar las premisas a las que hemos arribado sobre el sujeto: posee una dimensión inconsciente que no lo hace agente de todos sus actos, está escindido y atravesado por una falta que no es suturable, y ante esta falta de esencia que le garantice una identidad, puede quedar fijado en posiciones que no abonen necesariamente a su bienestar. Compañerxs, no se nos angustien, que esto es como nos dijo Antonio Gramsci: “pesimismo del intelecto, optimismo de la voluntad”. O, en palabras de Alemán: “¿Pero qué sucede si se admite que, por distintos motivos, la opresión no es solo exterior, que el amo está sostenido por la investidura de los obedientes y, sin embargo, no se quiere ceder ni sobre la emancipación, la justicia, o la igualdad? El recurso a un proyecto emancipatorio de tipo ingenuo ya no vale, exige ser reinventado con lo que ya sabemos del sujeto.”

    Esperamos tener ahora algunas herramientas más para pensar lo que las ciencias sociales han llamado servidumbre voluntaria, o lo que en tono menos académico algunxs han llamado “piojo resucitado” y que lxs militantes muchas veces no sabemos cómo hacer para que deje de defender intereses ajenos. Los mordisquitos de la vida. Aquí Alemán nos apunta que “Lacan se opone a la idea de que nos oprime una fuerza exterior: la familia, el Edipo, el poder, y que si nos liberamos accederíamos a una esencia libre en la que nos podamos reconocer.” Es decir que seguir sosteniendo un proyecto emancipatorio de tipo ingenuo, sería pensar que el sujeto está oprimido únicamente por una fuerza exterior, de la cual podría emanciparse y ser completamente libre. Como ya dijimos, partimos del supuesto de que los sujetos no poseemos ninguna esencia a descubrir, y que si algo tenemos en común entre nosotros es nuestra falta de respuestas a priori. Tal como plantea Alemán, encontramos que en “La propia constitución del sujeto en el campo del Otro, existen ya condiciones para que el imaginario de la servidumbre voluntaria emerja como tal”. Por lo que no bastaría en absoluto, y lo podemos comprobar en los avatares de nuestra historia, contar con sujetos inscriptos en el aparato productivo como explotados, o como parte de una clase desigualada, para que se sientan parte de un proyecto de liberación nacional. Y no solo eso, sino que muchas veces defienden a capa y espada su posición de dominados, ya que como explicamos más arriba: “El sujeto, para tener una identidad, es capaz de soportar una gran servidumbre y se queda aferrado a aquello que lo fija” (Alemán, 2018). 

    De esta forma, los sujetos sostenemos construcciones ideológicas que nos otorgan respuestas, tal como a nivel singular cada unx crea sus propias fantasías para colmar la falta en ser, a nivel político y social el ser hablante sostiene inconscientemente un conjunto de valores e ideas que justifiquen el status-quo. Buscandole un sentido racional y menos angustiante a lo que implica enfrentarse a ser la servidumbre de los intereses de unxs pocxs. Es así que, durante el último gobierno cipayo y neoliberal hemos visto de las más grandiosas creaciones para justificar un orden de cosas injusto e irrisorio: “Es lo que nos merecemos” “Llegó la hora de ajustarnos y hacer sacrificios” “Las tarifas se sinceraron” “Era esto o ser Venezuela”. Así, difícilmente sea la correcta argumentación racional de los fríos datos económicos la herramienta más efectiva para conmover estas subjetividades, y encontremos mejores resultados animándonos a presentar batalla en otros planos.


Sujeto y subjetividad

    En este punto no todas son malas noticias. Alemán hace una interesante distinción entre sujeto y subjetividad, estableciendo dos tiempos de la dominación. Por un lado tenemos al sujeto, que representa un primer tiempo de la dominación, por el hecho mismo de habitar el mundo simbólico del lenguaje. Esta dominación es atemporal, ahistórica, y constitutiva de lxs seres hablantes, por lo tanto inmodificable. Por otro lado, está la subjetividad que, como producto sociohistórico, viene a proveer ciertos sentidos propios de la época que nos permitan habitar esa falta primaria. Citando a Alemán: “Ese lugar vacío está destinado a ser colmado por aquellos significantes que lo representan, lo identifican, o lo fijan a determinados ideales o mandatos. Ese sujeto sin sustancia, vacío en su esencia, es también convocado a imaginar una posible completud a través de distintas estrategias fantasmáticas que tienen como propósito más determinante velar ese vacío estructural”.

    La subjetividad, entonces, al ser una construcción, nos abre el horizonte donde lxs militantes podemos intervenir el campo de batalla de las disputas por el sentido de esos ideales o mandatos epocales. 

    La relevancia de esta distinción, no sólo recae en indicarnos hasta dónde podemos intervenir en lxs sujetos, sino y por sobre todo, en echarnos una luz de esperanza. Si todxs estamos determinadxs de igual manera por la estructura del lenguaje, y atravesadxs por el resto irreductible que esta conlleva, ni la más sofisticada maquinaria de dominación podrá sujetar al ser hablante en su totalidad. Por más monopolio de los medios de comunicación, régimen totalitario, o implantación cultural, nunca podrán absorberlo todo, justamente porque el ser hablante tiene esta particular manera de habitar el mundo que se resiste a ser cerrado, completo. Esta falta en ser de lxs humanxs, que nos abre el campo del deseo y nos brinda un mayor grado de elección en comparación a otros seres, pero que también como dijimos nos puede atormentar e incluso enloquecer, nos garantiza que siempre habrá un margen para seguir dando la batalla, nunca podremos estar subsumidxs por completo en la lógica de la dominación. En este sentido, aquello que hace obstáculo puede ser posibilidad.


Pueblo: ¿esencia o construcción?

    Luego de esta conceptualización, retomamos los interrogantes acerca de la delimitación del sujeto pueblo. Cabe acá la pregunta en torno a dos tipos de explicaciones que han sido protagonistas de debates epistemológicos en las ciencias sociales: ¿El pueblo se explica por una esencia propia de lo popular? o ¿su producción y definición es estrictamente una construcción sociohistórica? ¿Podrían ser, por ejemplo, valores como la solidaridad y el patriotismo, parte de esa esencia que define a nuestro pueblo? Cuesta encontrar en ellos esa condición de lo invariable. Además, ¿podemos pensar en un sujeto pueblo que deje afuera a quienes no comparten esos (u otros) de nuestros valores más fundamentales?

    Con este recorrido ya realizado por la teoría psicoanalítica del sujeto, podemos aproximarnos mejor a como Ernesto Laclau (2004, 2008) se vale de estas ideas para proponer una categoría de pueblo que deja de ser un objeto exterior para convertirse en sujeto agente político de una voluntad popular hegemónica. Citando a Eduardo Rinesi y Matías Muraca: "(…) Laclau no piensa lo política como el ámbito de la administración de una comunidad pre constituída por individuos (como lo hacen los liberales) o por clases (como lo hacen los marxistas) o por lo que fuera, sino como la operación misma de esa (por cierto: siempre precaria) constitución, y por lo tanto no piensa la apelación al “pueblo” como un modo distorsionante, errado o enfermizo de nombrar la verdadera estofa de esa comunidad, sino como uno de los modos posibles de instaurarla". 

    El populismo plantea una lógica política que pone en el centro la cuestión de la demanda social. Al igual que ocurre con el deseo en términos psicoanalíticos, la demanda no es sólo la expresión de una necesidad, sino que además implica un pedido de reconocimiento, identidad, e inscripción en una comunidad. Como las demandas siempre se dirigen al Otro (encarnado en instituciones) entran en relación unas con otras, y es allí, en esa concatenación, donde se significan. Tal como explicamos anteriormente con el ejemplo del significante “mesa”, y siguiendo a Laclau, el populismo es el producto de demandas articuladas que cobran significación en la articulación misma y que expresan algo que no anda y aún no tiene respuesta institucional. 

    Podemos avanzar entonces con esta cuestión de la construcción de ese sujeto pueblo, tarea en la cual, creemos, lxs militantes tenemos mucho por hacer. Habíamos planteado aquel interrogante acerca de la interacción con otrxs que no piensan ni sienten como nosotrxs, incluso en los valores más fundamentales. Efectivamente, nos vemos en la obligación de construir un sujeto pueblo lo suficientemente amplio y robusto si pretendemos librar la enorme batalla por la liberación. No podemos permitirnos, a decir de Laclau, que la articulación de demandas populares caiga en sectarismos ni meras reivindicaciones identitarias. No debemos caer nosotrxs en el aislamiento. Debemos desarrollar la creatividad que nos permita integrar aquellas demandas populares a través de significantes propios de la lógica peronista. 

    Tal como recuperamos del psicoanálisis, hay significantes primordiales que ordenan el mundo simbólico del sujeto hablante, y la equivalencia entre demandas en la construcción hegemónica se ordena en función de lo que Laclau llama significantes vacíos, es decir, significantes a los cuales no les corresponde ningún significado a priori, naturalmente, pero que políticamente podemos dotarlos de sentido encadenándolos con otros. Éste es el caso del significante “justicia social”, que con habilidad política hemos intentado no reducir únicamente a, por ejemplo, la mejora en las condiciones laborales de lxs obrerxs; sino que intentamos integrar, también, demandas del feminismo o del ambientalismo. Sabemos que las demandas de estos sectores son particulares, y nuestra tarea es poder encadernarlas en función de un universal, que no borre sus especificidades, pero que sí las intersecte con otras múltiples demandas particulares, constituyendo así un intento de representación universal, siempre precario. En palabras de Nora Merlin (2017): “La hegemonía popular es entonces metáfora o nombre de la comunidad “toda”, un significante vacío que, siendo el todo imposible, es ubicado como totalidad que intenta superar la ausencia originaria. Este heterogéneo que no se inscribe en el espacio social es causa de la política e impide el cierre y la cristalización de las identidades”.

    Estos ejemplos de ejercicios de construcción hegemónica nos pueden servir como faro en este camino emprendido. Plantear un proyecto hegemónico a partir de la categoría pueblo implicará entonces enfrentarnos al desafío de articular demandas populares a priori disímiles, a través de la lógica de la equivalencia, volviéndolas una construcción de identidad popular.


Consideraciones Finales

“Nos pueden contar una y otra vez la grandísima capacidad del capitalismo, que puede alcanzar hasta la fabricación de un hombre nuevo, pero el riesgo del pensamiento, aunque se fracase incansablemente, es intentar decir algo sobre lo que puede sustraerse a esa potencia ilimitada y así abrir una vía de escape para salir del escepticismo lúcido tan presente en el ensayismo contemporáneo”. 

Jorge Alemán

    A modo de conclusión, nos gustaría retomar la cuestión de la creatividad, y ¿por qué no? de lo utópico, para pensar más allá de los límites de lo posible. Sin desconocer ni olvidar nuestra historia, animarnos a imaginar cómo podría ser una realidad distinta. Creemos que perder el idealismo, es abandonar nuestra capacidad transformadora.

    Dijimos que hay un sujeto sin esencia y en búsqueda de respuestas, y un pueblo con demandas heterogéneas. La salida a todo esto no puede ser solitaria ni individual. No queremos dejar solo al pueblo con sus demandas, ni a los sujetos que lo componen con su goce. Tal como dijo Cristina, el macrismo vino a desorganizarnos la vida al pueblo -y vaya que lo hicieron-, y es tarea fundamental del peronismo reorganizarla. Así como el neoliberalismo nos ofrece un mercado inagotable de objetos para llenar un vacío estructural, debemos tener la capacidad creativa de formular lugares comunes para darle sentido a la existencia a partir de simbologías compartidas. Donde haya demandas particulares casi identitarias, construir una comunidad organizada capaz de integrarlas y que, sin perder su singularidad, aporten a proyectos de vida en común. Aquí radica, quizás, la potencialidad del peronismo: en haberle dado estatus político a categorías tales como el amor, la felicidad, y la solidaridad. Una forma ético-política de relacionarnos con lxs otrxs, con la naturaleza, con los otros seres que lo componen, con la comunidad toda. 

"Difundir la virtud inherente a la justicia y alcanzar el placer, no sobre el disfrute privado del bienestar, sino por la difusión de ese disfrute, abriendo sus posibilidades a sectores cada vez mayores de la humanidad: he aquí el camino.” 
Juan Domingo Perón 


Posdata

    Nos trajo hasta acá el haber optado por el camino difícil de intentar aportar algo que pueda resultar más o menos novedoso para lxs compañerxs que lo lean. Nos sabemos parte de una Organización política formadora de grandes cuadros políticos, con lo cual el desafío es muy grande. Intentamos reflejar fielmente algo de las ideas que vienen captando nuestra curiosidad y generando debates al interior de esta pareja militante. Tomamos marcos teóricos conociendo el riesgo de que puedan sonar ajenos para quién no esté familiarizado con ellos. Contemplando esta posibilidad, tratamos de acercar algunas ideas principales del modo más claro posible. No fue fácil escribir una nota sobre la construcción del sujeto, la subjetividad, el pueblo, la política, y la hegemonía, sin inundar de confusiones y dejando algunas ideas útiles para nuestra lucha por la liberación. Esperamos haberlo logrado en alguna medida. Por lo demás, nos tomamos esta nota con el compromiso de toda tarea militante, siendo sincerxs con nosotrxs mismxs al momento de seleccionar ideas que nos representen. Quién nos conoce no podrá decir que no hay mucho de Manu y Clari puesto en insistir y persistir sobre estas cosas.



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