APUNTES PARA SUBIR LA MORAL | Por "Julk" Rodríguez

Por "Julk" Rodríguez
Miembro de la Secretaría de Formación Política
Organización Peronismo Militante La Matanza



    Cuando comenzó la pandemia, los medios trabajaron en mostrarnos imágenes muy crudas respecto de lo que el coronavirus estaba causando en España y en Italia. La pregunta instalada giraba en torno a cuál era el plan del gobierno para enfrentar el Coronavirus, y trataron de desgastar a Ginés Gonzalez García, Ministro de Salud de la Nación, hasta que llegaron los primeros casos al país y se declaró una prudente cuarentena. En ese momento los medios vieron con buenos ojos la medida, y el llamado de Alberto a la unidad nacional -frente a un enemigo que nadie podía ver pero que era muy dinámico- generó consensos sociales muy sólidos respecto del rol del Estado, su importancia operativa y su centralidad como organizador social.
    No pasó mucho tiempo para que la palabra más repetida por los comunicadores sea “angustia”, operando en el tejido social una campaña desmoralizante.
    Los que venimos del campo nacional y popular aprendimos de muy chicos una frase de Jauretche que sostenía que la función del enemigo era desmoralizar, porque los pueblos deprimidos no vencen, así que estas líneas van a encolumnarse en la misión revolucionaria de mantener la moral alta.
    Entendiendo esto, vemos que han trazado una campaña de acción psicológica contra la población, una ofensiva de los poderes hegemónicos para quebrar las fortalezas morales en las que se ancla el sostenimiento de una medida de estas características. La angustia aparece cuando se debilita el sentido de la misión.
    El peronismo tiene una filosofía que pone al ser humano como principio y fin de la actividad política, así que entre el “dios mercado” y nuestro pueblo resolvimos doctrinariamente. Es decir, no sacrificamos a nuestro pueblo en beneficio del interés económico, pusimos la economía al servicio de la salud sin desatender las necesidades materiales. En esa línea, pusimos los resortes del Estado y las organizaciones libres del pueblo en la senda de la solidaridad social, porque nadie se salva solo.
    Como militantes, frente a la campaña del hartazgo, tenemos que llevar la buena nueva, confiando en los compañeros, llevando la prédica de que va a pasar lo que hagamos que pase. Como nos dijo Cristina el 25 de mayo del 2015, es hora de agarrar el bastón de mariscal y ponernos la patria al hombro.
    Estamos en un momento que parece el páramo de Pisba donde el General Bolívar estaba junto a los llaneros del General Páez en la altura de los Andes, en un momento bisagra, donde la victoria contra los realistas está cerca, en Santa Fe, y sin embargo el desmoronamiento anímico es nuestra espada de Damocles. Con lo cual es central persuadirnos de la épica de salvar vidas, porque un pueblo feliz es también un pueblo sano, y para esta batalla no podemos prescindir de una moral revolucionaria que simiente la mística de la solidaridad militante, y de la esperanza, porque tenemos la vacuna cerca, porque siempre antes de un ciclo peronista de producción y trabajo, del país del “asadito” de los domingos en familia, siempre hubo una etapa de transición donde se forjan las bases para salir del modelo de la ignominia e ingresar al Estado de Justicia Social. Por todo esto celebramos que se haya resuelto el acuerdo de la deuda, que las discusiones giren en torno a Vicentin, el impuesto a las grandes fortunas, que la pague la oligarquía, etc.


    Todas estas nuevas discusiones marcan un quiebre de época, donde el nuevo gobierno trae aparejadas discusiones al seno de la sociedad que eran inimaginables hace un año. Por eso es importante no dejarse doblegar por los que buscan quebrar nuestra moral revolucionaria, nuestro apoyo al gobierno popular y nuestra fe en que otra Argentina es posible. Quiero llevar en esta nota también un pequeño análisis económico para echar luz sobre uno de los meollos.
    Este año la economía paralizada por el coronavirus va a tener una caída de alrededor del 8% en su PBI. No obstante, si la deuda no se resolvía, el efecto rebote que todos los economistas calculaban (desde Milei hasta Moreno) iba a ser del 6%, porque rebota a los mismos niveles de producción pre pandemia pero con una base material disminuida. Por eso el rebote no empata la caída, pero con la deuda despejada es otro cantar, básicamente porque hay margen para inyectar recursos en las áreas estratégicas y dinamizar la economía generando el famoso efecto multiplicador, así que poniendo recursos en la oferta y en la demanda podemos imaginar un crecimiento dos puntos arriba de la caída de este año en un mundo que tiende a ser otro, que debe ser otro y que tenemos el deber militante de construir. Un horizonte de justicia social es posible, hay que militarlo.
    Llegó la hora de hermanarse en el destino colectivo que nos une por la patria que soñaron los treinta mil, por las vidas que salvamos, por Eva Duarte, por Juan Perón y por todos los héroes de nuestra independencia.
    Tenemos Patria. Construyamos la Nación.

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