Por Yafar Alí
Miembro de la Secretaría de Formación Política
Organización Peronismo Militante Tres de Febrero

Introducción
Desde los inicios de la Humanidad, la región mesopotámica del Mediterráneo Oriental estuvo habitada por múltiples civilizaciones. Es la región por excelencia, donde nacen y se desarrollan las tres principales religiones monoteístas: el Judaísmo, el Cristianismo y el Islam. Y desde hace más de 1400 años, los tres credos son practicados en dicho territorio.
A lo largo de su Historia, este lugar del mundo estuvo bajo dominio de diversos reinos e imperios como fueron el babilónico, el romano, el persa, el egipcio, el otomano, entre otros. No obstante, durante siglos, los cristianos, judíos y musulmanes que vivían allí lo hacían en paz, con sus diferencias y sus similitudes. Reconociéndose como pueblo árabe y oponiéndose a todo tipo de sometimiento imperial, resistiendo y pregonando su soberanía.
Miembro de la Secretaría de Formación Política
Organización Peronismo Militante Tres de Febrero
Introducción
“Nuestro mundo aspira a la paz, la justicia, la igualdad y la libertad. Desea que las naciones oprimidas, agobiadas bajo el peso del imperialismo, puedan ganar su libertad y su derecho a la autodeterminación. Espera que las relaciones entre las naciones se establezcan en base de igualdad, coexistencia pacífica, respeto mutuo en los asuntos internos de cada uno, asegurando la soberanía nacional, la independencia y la unidad territorial en el marco de la justicia y el beneficio mutuo. Que los lazos económicos que lo aten deben basarse en la justicia, la igualdad y el mutuo interés.”
Iaser Arafat, Discurso en la Asamblea de las Naciones Unidas. 1974.
Desde los inicios de la Humanidad, la región mesopotámica del Mediterráneo Oriental estuvo habitada por múltiples civilizaciones. Es la región por excelencia, donde nacen y se desarrollan las tres principales religiones monoteístas: el Judaísmo, el Cristianismo y el Islam. Y desde hace más de 1400 años, los tres credos son practicados en dicho territorio.
A lo largo de su Historia, este lugar del mundo estuvo bajo dominio de diversos reinos e imperios como fueron el babilónico, el romano, el persa, el egipcio, el otomano, entre otros. No obstante, durante siglos, los cristianos, judíos y musulmanes que vivían allí lo hacían en paz, con sus diferencias y sus similitudes. Reconociéndose como pueblo árabe y oponiéndose a todo tipo de sometimiento imperial, resistiendo y pregonando su soberanía.
Plan de Conquista Sionista
Ahora bien, ¿Cómo puede hablarse de conflicto árabe-israelí por la disputa de un territorio si durante tanto tiempo convivieron de manera armoniosa?
Hacia finales del siglo XIX, surge en Europa occidental un movimiento político de tinte nacionalista denominado sionismo. Éste tiene como premisa la afirmación de que el pueblo judío era un pueblo errante, sin tierra y, por lo cual, debía anexarse para sí algún territorio para identificarlo como “Estado judío”, ignorando así dos cuestiones: la primera es la identificación de muchas comunidades judías con la Historia de los Estados donde residían, asimilándose como parte de los mismos; y la segunda -y más importante- es la prohibición religiosa de proclamar un Estado judío propiamente dicho hasta la llegada del Mesías, según la misma tradición judía.
El fuerte antisemitismo existente en gran parte de la población de Europa Occidental en aquellos tiempos, fue un elemento clave en el surgimiento de este movimiento. El problema fue que, lejos de interpelar o defender al pueblo judío, esta corriente de pensamiento se centró en la creación de un Estado que reivindique a la “Nación judía”, a pesar de no contar con el total apoyo de su pueblo. Es decir, la solución para un pueblo en muchos casos sometido, fue someter a otro pueblo ocupando su territorio. Sin importar la Historia previa, ni el devenir de su población, ni siquiera el rechazo a la propuesta de los judíos que entonces habitaban suelo palestino.
Tal es así que Theodor Herzl, principal ideólogo del sionismo, escribía en su libro “El Estado Judío” (1896) lo que sería un plan de ocupación territorial que contemplaba varias opciones de tierras en donde podría asentarse ese nuevo Estado:
Nuevamente, podemos observar que primero se encuentra la elección del territorio y luego, la argumentación a elegir para justificar dicha anexión. Es por esto que el sionismo es en esencia imperialista. Boga por la supremacía de un pueblo por sobre otro, no solo en su afán conquistador, sino en su concepción de sí mismo como civilización, frente a una alteridad catalogada de bárbara, contrapuesta a todo precepto occidental y merecedora por tales condiciones de ser sometida y ocupada, con el fin de exportar los valores europeos. Por supuesto, auspiciado por los líderes de Europa Occidental e incluso Norteamérica, que así aseguran el apoyo estratégico de las potencias occidentales que, a su vez, fijan al nuevo “Estado judío” como bastión ideológico de Occidente en Asia.
Una vez definido el plan, comienza a principios del Siglo XX el proceso de ocupación de hecho, por el cual miles de sionistas emigran desde Europa hacia territorio palestino.

Resistencia al nuevo avance imperialista
Para el año 1917, finalizando la Primera Guerra Mundial, Francia y Reino Unido firman el acuerdo Sykes-Picot, repartiéndose entre sí los confines del Asia occidental. Tras lo que fue la Declaración de Balfour, Gran Bretaña toma Palestina (hasta ese momento bajo dominio otomano) y comienza a llamar a la migración judía hacia dicha región, catalogándola como una suerte de ‘refugio judío’.
En el período de entreguerras, Palestina adquiere la categoría de protectorado británico. El constante uso y abuso de los militares británicos hacia los palestinos que recién se habían librado de las huestes del Imperio turco, sumado a la inmigración judía-sionista que comenzaba a reclamar por el territorio, hizo que a fines de la década del 30’ se produzcan las primeras rebeliones árabes, donde el pueblo palestino -como ya adelantábamos- integrado por cristianos, judíos y musulmanes se rebelaba contra la dominación extranjera. Las revueltas fueron severamente reprimidas, pero marcaron el inicio de un proceso que, con el paso del tiempo, iría organizando la resistencia palestina y se transformaría en un símbolo de lucha y soberanía nacional.
Tras la inmigración ininterrumpida de judíos sionistas hacia Palestina, sumado al atroz holocausto nazi que costó tantas vidas, Gran Bretaña, poniéndose el velo de imparcialidad y apostando a una suerte de “reparación histórica”, insta a la incipiente Organización de las Naciones Unidas a cederle parte del terreno palestino al “Estado judío”. Como si de alguna manera pudiese solventarse con la cesión un territorio que nada tenía que ver, la persecución, el horror y la muerte sistemática y organizada contra las comunidades judías que fueron parte de un plan de exterminio principalmente a ésta y otras comunidades, como musulmanes, gitanos, afrodescendientes que residentes en Europa. Y que ocultaba desde su planificación, como ya hemos visto, la persecución de otros intereses que nada tienen que ver con la memoria, verdad y justicia de los despreciables y condenables hechos ocurridos durante los tiempos de influencia del nazismo.
Durante la década del 40’, tanto el ejército británico como las milicias sionistas denominadas Haganah, combatieron las insurrecciones árabes en la región, instalando así no solo población civil, sino un ejército que funcionaría para ir expandiendo la frontera de influencia sionista. En el año 1947, la ONU emite la resolución 181: un plan para dividir el territorio en dos Estados, uno para los árabes y otro para los judíos y la separación de Jerusalén para quedar como ‘espacio internacional’. Los líderes del sionismo aceptaron la propuesta, pero para 1948 ya habían tomado más territorio del delimitado. Perseguidos por el ejército israelí, se estima que unos 700.000 palestinos fueron obligados a abandonar sus hogares a causa de la persecución constante que en cuestión de días le permitió a Israel tomar ciudades enteras que figuraban bajo control palestino; lo que se denominó posteriormente como la ‘Nakba’ o catástrofe/masacre palestina. Esta sucesión de hechos provocó la guerra árabe-israelí, donde países de la Liga Árabe como Jordania, Siria y Egipto se enfrentaron a Israel. Éste último anexó más territorios, debido al poderío de su ejército en alianza con potencias occidentales, que brindaron ayuda armamentística, aún en tiempos de tregua. Culminada la guerra con un armisticio, otros 350.000 palestinos debieron abandonar sus hogares, quedando en calidad de refugiados en países fronterizos, o arrinconados en lo que se conoce como la Franja de Gaza.
A comienzos de los años 60', distintas organizaciones armadas comienzan a actuar de forma sistemática, rebelándose contra los ataques del ejército israelí a civiles palestinos. La estrategia más utilizada fue la ‘guerra de guerrillas’; y entre las organizaciones que más se destacaban estaban Al Fatah y el MNA (Movimiento Nacional Árabe), ambas posteriormente vinculadas de forma estrecha a la organización Montoneros y otros grupos armados de resistencia argentinos. Habiéndose encontrado en múltiples ocasiones, intercambiando información y actualizando cuestiones estratégicas y tácticas de la lucha armada que en esos años era la forma de resistir a la avanzada imperialista que, tanto en el Mediterráneo Occidental como en América Latina y África, aparecía bajo la figura de gobiernos dictatoriales serviles a intereses de las principales potencias imperialistas.
En 1959, nace en la clandestinidad una primitiva OLP (Organización para la Liberación Palestina), que aparecerá de forma oficial en 1964. Si bien comenzó siendo una organización armada que nucleaba a las organizaciones previamente existentes, adquirió un grado institucional de relaciones diplomáticas y reconocimiento internacional en distintos países alrededor el mundo como legítimo representante del pueblo palestino. Su principal líder fue Iaser Arafat (también conocido como Abu Ammar).
Una vez más, en 1967, Israel avanza sobre los territorios palestinos de Cisjordania, la Franja de Gaza y el este de la ciudad de Jerusalén, violando así la resolución del año 1947 de la ONU. También ocupa -hasta el día de hoy- los Altos del Golán, parte de Siria. Esto desencadenó la Guerra de los Seis Días, que enfrentó a Egipto, Siria y Jordania contra Israel nuevamente, siendo este último el vencedor, utilizando armamento que provenía de los Estados Unidos. A través de la ONU, se insta a al Estado sionista de Israel a retroceder sus líneas militares, con el fin de devolver los terrenos tomados en dicho enfrentamiento. Israel accede, pero devuelve solo una parte de Cisjordania y la Franja de Gaza, obteniendo así fronteras mucho más extensas que las propuestas por Naciones Unidas veinte años antes.
Más adelante, en la guerra de Yom Kippur, fechada en 1973, Egipto intenta recuperar junto con Siria los Altos del Golán; pero fracasa y es obligado a firmar un armisticio con Israel. Con el pasar de los meses y los años, la población sionista iba construyendo nuevos asentamientos ilegales en Palestina, que infringían las normas establecidas por la ONU. Pero, para sorpresa de nadie, a pesar del reclamo de muchos países del tercer mundo, los EEUU vetaban las sanciones propuestas en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, dejando libre de cualquier sanción, multa o apercibimiento al Estado de Israel.
Las políticas de apartheid, la violación de derechos humanos de parte del ejército israelí hacia el pueblo palestino, los constantes abusos sin consecuencia internacional alguna, fueron causales de la Primer Intifada (“levantamiento”) en 1987. Por un lado, el ejército israelí con tanques y ametralladoras Uzi, por el otro, el pueblo palestino con -literalmente- piedras, palos y gomeras improvisadas. El levantamiento duró 4 años, culminando en 1991. Más de 1374 civiles palestinos perdieron la vida. Allí radica la principal diferencia, el germen de resistencia a la opresión, de defensa de lo propio aún en las condiciones más desiguales, es lo que hace de Palestina un ejemplo de país que lucha por la Liberación Nacional y de un Pueblo que está comprometido, que está emparentado con todos los pueblos explotados del mundo, que ansía la libertad y la autodeterminación en todos los rincones del planeta.
En 1993 se da una muy corta y efímera paz con el objetivo de cesar los ataques sistemáticos a la población civil. Tras una nueva ofensiva israelí, y la posterior ocupación de la Franja de Gaza, se produjo la Segunda Intifada, en iguales o peores condiciones de desigualdad. Entre 2000 y 2005 se dió una seguidilla de enfrentamientos entre militantes palestinos, muchos de ellos miembros de la OLP, contra la armada del Estado de Israel. Ese proceso dejó más de 3000 muertos entre la población civil palestina, pero consiguió la retirada de las tropas de Israel de la Franja de Gaza. En el año 2004, tras el fallecimiento de Iaser Arafat, asume la presidencia de la OLP Mahmud Abbas, quien permanece en el cargo hasta la actualidad.
Las muestras de políticas expansionistas y avasalladoras de derechos humanos siguieron por parte de Israel (y solo estamos mencionando algunas de las cometidas en Palestina, a modo ilustrativo). No solo de la forma tradicional, sino también bloqueando la llegada por tierra, mar y aire de cualquier tipo de ayuda humanitaria. Sí, no dejan pasar ni la ayuda humanitaria. Incluso peor, en el año 2010 podemos mencionar el ataque -en aguas internacionales- a la ‘Flota de La Libertad’ que llevaba más de 600 tripulantes de 37 nacionalidades distintas, de los cuales al menos 14 murieron y 70 fueron heridos de gravedad. O también la confiscación de dos flotillas con ayuda humanitaria que iba dirigida a Gaza a mediados de 2018.
A principios de la década anterior, Palestina recibía el apoyo y reconocimiento de la República Argentina en Naciones Unidas en un discurso donde la Presidenta Cristina Fernández exigía la condición de éste como miembro pleno de la Asamblea General, además de denunciar los constantes abusos y asesinatos de mujeres, niños y niñas, tanto en territorio palestino, como en cárceles israelíes, en ambos casos en manos del ejército sionista. América Latina fue pionera en el reconocimiento y la labor de cooperación con Palestina, reconociéndola más de 25 países de la región.

Conclusión
A lo largo de la Historia reciente, en el siglo pasado y en la actualidad, Palestina ha demostrado tener un Pueblo y un líder comprometidos con el ideal de liberación de su Nación y de todos los pueblos del mundo. No olvidemos su apoyo a los movimientos de liberación nacional y las causas justas de soberanía, como por ejemplo su incondicional respaldo al reclamo argentino por las Islas Malvinas, así como a Siria por los Altos del Golán, la toma estadounidense de Guantánamo, entre otras.
Si algo nos enseña esta etapa que nos toca vivir es que nadie se salva solo. Y esta es una premisa universal, que debe comenzar en lo más hondo del subsuelo de la patria sublevado, para luego poder traspolarse a nivel regional y mundial. Hay un pueblo que nos reconoce como par, que resiste los embates del imperialismo con muy poca ayuda desde hace más de 100 años. Es tiempo de redoblar la apuesta, de incrementar la solidaridad y el compromiso. Porque la fantasía política termina donde empieza la realidad del peronismo, y ese universalismo que el General vislumbró hace décadas, solamente es posible con una Palestina libre, justa y soberana.

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Ahora bien, ¿Cómo puede hablarse de conflicto árabe-israelí por la disputa de un territorio si durante tanto tiempo convivieron de manera armoniosa?
Hacia finales del siglo XIX, surge en Europa occidental un movimiento político de tinte nacionalista denominado sionismo. Éste tiene como premisa la afirmación de que el pueblo judío era un pueblo errante, sin tierra y, por lo cual, debía anexarse para sí algún territorio para identificarlo como “Estado judío”, ignorando así dos cuestiones: la primera es la identificación de muchas comunidades judías con la Historia de los Estados donde residían, asimilándose como parte de los mismos; y la segunda -y más importante- es la prohibición religiosa de proclamar un Estado judío propiamente dicho hasta la llegada del Mesías, según la misma tradición judía.
El fuerte antisemitismo existente en gran parte de la población de Europa Occidental en aquellos tiempos, fue un elemento clave en el surgimiento de este movimiento. El problema fue que, lejos de interpelar o defender al pueblo judío, esta corriente de pensamiento se centró en la creación de un Estado que reivindique a la “Nación judía”, a pesar de no contar con el total apoyo de su pueblo. Es decir, la solución para un pueblo en muchos casos sometido, fue someter a otro pueblo ocupando su territorio. Sin importar la Historia previa, ni el devenir de su población, ni siquiera el rechazo a la propuesta de los judíos que entonces habitaban suelo palestino.
Tal es así que Theodor Herzl, principal ideólogo del sionismo, escribía en su libro “El Estado Judío” (1896) lo que sería un plan de ocupación territorial que contemplaba varias opciones de tierras en donde podría asentarse ese nuevo Estado:
"En concedernos la soberanía están vivamente interesados los gobiernos de los países donde se propaga el antisemitismo. ¿Qué preferir, Palestina o Argentina? La Society (empresa colonizadora), tomará lo que se le dé, pero no sin prestar oídos a la pública opinión del pueblo judío: La Society apreciará dos cosas:
Argentina es, en cuanto a recursos naturales, uno de los países más ricos de la tierra, posee vastísimas llanuras, poca población y un clima templado. La República Argentina tendría un interés enorme en cedernos una porción de su territorio, la actual infiltración judía tan solo ha producido allí desavenencias; es menester explicar a la Argentina el carácter en esencia diferente de la nueva emigración judía.
Palestina es nuestra inolvidable patria histórica. Su solo nombre ejercería un poder de convocatoria fuertemente evocador para nuestro pueblo. Si su majestad el Sultán nos concediese Palestina, nosotros podríamos comprometernos a poner completo orden en las finanzas turcas. A favor de Europa construiremos allí una parte de la fortificación que la defendería de Asia, haríamos avanzada de la cultura frente a la Barbarie. Como estado neutral, mantendríamos relaciones con toda Europa, que estaría obligada de garantizar nuestra existencia."
Theodor Herzl, El Estado Judío, 1896.
Nuevamente, podemos observar que primero se encuentra la elección del territorio y luego, la argumentación a elegir para justificar dicha anexión. Es por esto que el sionismo es en esencia imperialista. Boga por la supremacía de un pueblo por sobre otro, no solo en su afán conquistador, sino en su concepción de sí mismo como civilización, frente a una alteridad catalogada de bárbara, contrapuesta a todo precepto occidental y merecedora por tales condiciones de ser sometida y ocupada, con el fin de exportar los valores europeos. Por supuesto, auspiciado por los líderes de Europa Occidental e incluso Norteamérica, que así aseguran el apoyo estratégico de las potencias occidentales que, a su vez, fijan al nuevo “Estado judío” como bastión ideológico de Occidente en Asia.
Una vez definido el plan, comienza a principios del Siglo XX el proceso de ocupación de hecho, por el cual miles de sionistas emigran desde Europa hacia territorio palestino.
Resistencia al nuevo avance imperialista
“La teología sionista fue utilizada contra el pueblo palestino: el propósito no era sólo el establecimiento del colonialismo de los colonos al estilo occidental, sino también la ruptura de los judíos con su tierra natal y, posteriormente, el alejamiento de sus naciones.
El sionismo además de ser una ideología imperialista, colonialista y racista, también es profundamente reaccionaria y discriminatoria, y se une con el antisemitismo en sus principios retrógrados, siendo, al fin y al cabo, otra cara de la misma moneda. Ello así pues cuando lo que se propone es que los seguidores de la fe judía, independientemente de su residencia nacional, no deben lealtad a sus naciones de residencia, ni vivir en pie de igualdad con los ciudadanos no judíos, - cuando proponen esto, es como cuando oímos al antisemitismo siendo propuesto. Cuando se propone que la única solución para el problema judío es que los judíos deben enemistarse con las comunidades o naciones de las cuales han sido una parte histórica, cuando se propone a los judíos solucionar el problema judío emigrando a la fuerza a la tierra de otro pueblo - cuando esto ocurre, se está propiciando exactamente la misma posición que la impulsada por los antisemitas contra los judíos.”
Iaser Arafat, Discurso en Asamblea de Naciones Unidas. 1974.
Para el año 1917, finalizando la Primera Guerra Mundial, Francia y Reino Unido firman el acuerdo Sykes-Picot, repartiéndose entre sí los confines del Asia occidental. Tras lo que fue la Declaración de Balfour, Gran Bretaña toma Palestina (hasta ese momento bajo dominio otomano) y comienza a llamar a la migración judía hacia dicha región, catalogándola como una suerte de ‘refugio judío’.
En el período de entreguerras, Palestina adquiere la categoría de protectorado británico. El constante uso y abuso de los militares británicos hacia los palestinos que recién se habían librado de las huestes del Imperio turco, sumado a la inmigración judía-sionista que comenzaba a reclamar por el territorio, hizo que a fines de la década del 30’ se produzcan las primeras rebeliones árabes, donde el pueblo palestino -como ya adelantábamos- integrado por cristianos, judíos y musulmanes se rebelaba contra la dominación extranjera. Las revueltas fueron severamente reprimidas, pero marcaron el inicio de un proceso que, con el paso del tiempo, iría organizando la resistencia palestina y se transformaría en un símbolo de lucha y soberanía nacional.
Tras la inmigración ininterrumpida de judíos sionistas hacia Palestina, sumado al atroz holocausto nazi que costó tantas vidas, Gran Bretaña, poniéndose el velo de imparcialidad y apostando a una suerte de “reparación histórica”, insta a la incipiente Organización de las Naciones Unidas a cederle parte del terreno palestino al “Estado judío”. Como si de alguna manera pudiese solventarse con la cesión un territorio que nada tenía que ver, la persecución, el horror y la muerte sistemática y organizada contra las comunidades judías que fueron parte de un plan de exterminio principalmente a ésta y otras comunidades, como musulmanes, gitanos, afrodescendientes que residentes en Europa. Y que ocultaba desde su planificación, como ya hemos visto, la persecución de otros intereses que nada tienen que ver con la memoria, verdad y justicia de los despreciables y condenables hechos ocurridos durante los tiempos de influencia del nazismo.
Durante la década del 40’, tanto el ejército británico como las milicias sionistas denominadas Haganah, combatieron las insurrecciones árabes en la región, instalando así no solo población civil, sino un ejército que funcionaría para ir expandiendo la frontera de influencia sionista. En el año 1947, la ONU emite la resolución 181: un plan para dividir el territorio en dos Estados, uno para los árabes y otro para los judíos y la separación de Jerusalén para quedar como ‘espacio internacional’. Los líderes del sionismo aceptaron la propuesta, pero para 1948 ya habían tomado más territorio del delimitado. Perseguidos por el ejército israelí, se estima que unos 700.000 palestinos fueron obligados a abandonar sus hogares a causa de la persecución constante que en cuestión de días le permitió a Israel tomar ciudades enteras que figuraban bajo control palestino; lo que se denominó posteriormente como la ‘Nakba’ o catástrofe/masacre palestina. Esta sucesión de hechos provocó la guerra árabe-israelí, donde países de la Liga Árabe como Jordania, Siria y Egipto se enfrentaron a Israel. Éste último anexó más territorios, debido al poderío de su ejército en alianza con potencias occidentales, que brindaron ayuda armamentística, aún en tiempos de tregua. Culminada la guerra con un armisticio, otros 350.000 palestinos debieron abandonar sus hogares, quedando en calidad de refugiados en países fronterizos, o arrinconados en lo que se conoce como la Franja de Gaza.
A comienzos de los años 60', distintas organizaciones armadas comienzan a actuar de forma sistemática, rebelándose contra los ataques del ejército israelí a civiles palestinos. La estrategia más utilizada fue la ‘guerra de guerrillas’; y entre las organizaciones que más se destacaban estaban Al Fatah y el MNA (Movimiento Nacional Árabe), ambas posteriormente vinculadas de forma estrecha a la organización Montoneros y otros grupos armados de resistencia argentinos. Habiéndose encontrado en múltiples ocasiones, intercambiando información y actualizando cuestiones estratégicas y tácticas de la lucha armada que en esos años era la forma de resistir a la avanzada imperialista que, tanto en el Mediterráneo Occidental como en América Latina y África, aparecía bajo la figura de gobiernos dictatoriales serviles a intereses de las principales potencias imperialistas.
En 1959, nace en la clandestinidad una primitiva OLP (Organización para la Liberación Palestina), que aparecerá de forma oficial en 1964. Si bien comenzó siendo una organización armada que nucleaba a las organizaciones previamente existentes, adquirió un grado institucional de relaciones diplomáticas y reconocimiento internacional en distintos países alrededor el mundo como legítimo representante del pueblo palestino. Su principal líder fue Iaser Arafat (también conocido como Abu Ammar).
Una vez más, en 1967, Israel avanza sobre los territorios palestinos de Cisjordania, la Franja de Gaza y el este de la ciudad de Jerusalén, violando así la resolución del año 1947 de la ONU. También ocupa -hasta el día de hoy- los Altos del Golán, parte de Siria. Esto desencadenó la Guerra de los Seis Días, que enfrentó a Egipto, Siria y Jordania contra Israel nuevamente, siendo este último el vencedor, utilizando armamento que provenía de los Estados Unidos. A través de la ONU, se insta a al Estado sionista de Israel a retroceder sus líneas militares, con el fin de devolver los terrenos tomados en dicho enfrentamiento. Israel accede, pero devuelve solo una parte de Cisjordania y la Franja de Gaza, obteniendo así fronteras mucho más extensas que las propuestas por Naciones Unidas veinte años antes.
Más adelante, en la guerra de Yom Kippur, fechada en 1973, Egipto intenta recuperar junto con Siria los Altos del Golán; pero fracasa y es obligado a firmar un armisticio con Israel. Con el pasar de los meses y los años, la población sionista iba construyendo nuevos asentamientos ilegales en Palestina, que infringían las normas establecidas por la ONU. Pero, para sorpresa de nadie, a pesar del reclamo de muchos países del tercer mundo, los EEUU vetaban las sanciones propuestas en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, dejando libre de cualquier sanción, multa o apercibimiento al Estado de Israel.
Las políticas de apartheid, la violación de derechos humanos de parte del ejército israelí hacia el pueblo palestino, los constantes abusos sin consecuencia internacional alguna, fueron causales de la Primer Intifada (“levantamiento”) en 1987. Por un lado, el ejército israelí con tanques y ametralladoras Uzi, por el otro, el pueblo palestino con -literalmente- piedras, palos y gomeras improvisadas. El levantamiento duró 4 años, culminando en 1991. Más de 1374 civiles palestinos perdieron la vida. Allí radica la principal diferencia, el germen de resistencia a la opresión, de defensa de lo propio aún en las condiciones más desiguales, es lo que hace de Palestina un ejemplo de país que lucha por la Liberación Nacional y de un Pueblo que está comprometido, que está emparentado con todos los pueblos explotados del mundo, que ansía la libertad y la autodeterminación en todos los rincones del planeta.
En 1993 se da una muy corta y efímera paz con el objetivo de cesar los ataques sistemáticos a la población civil. Tras una nueva ofensiva israelí, y la posterior ocupación de la Franja de Gaza, se produjo la Segunda Intifada, en iguales o peores condiciones de desigualdad. Entre 2000 y 2005 se dió una seguidilla de enfrentamientos entre militantes palestinos, muchos de ellos miembros de la OLP, contra la armada del Estado de Israel. Ese proceso dejó más de 3000 muertos entre la población civil palestina, pero consiguió la retirada de las tropas de Israel de la Franja de Gaza. En el año 2004, tras el fallecimiento de Iaser Arafat, asume la presidencia de la OLP Mahmud Abbas, quien permanece en el cargo hasta la actualidad.
Las muestras de políticas expansionistas y avasalladoras de derechos humanos siguieron por parte de Israel (y solo estamos mencionando algunas de las cometidas en Palestina, a modo ilustrativo). No solo de la forma tradicional, sino también bloqueando la llegada por tierra, mar y aire de cualquier tipo de ayuda humanitaria. Sí, no dejan pasar ni la ayuda humanitaria. Incluso peor, en el año 2010 podemos mencionar el ataque -en aguas internacionales- a la ‘Flota de La Libertad’ que llevaba más de 600 tripulantes de 37 nacionalidades distintas, de los cuales al menos 14 murieron y 70 fueron heridos de gravedad. O también la confiscación de dos flotillas con ayuda humanitaria que iba dirigida a Gaza a mediados de 2018.
A principios de la década anterior, Palestina recibía el apoyo y reconocimiento de la República Argentina en Naciones Unidas en un discurso donde la Presidenta Cristina Fernández exigía la condición de éste como miembro pleno de la Asamblea General, además de denunciar los constantes abusos y asesinatos de mujeres, niños y niñas, tanto en territorio palestino, como en cárceles israelíes, en ambos casos en manos del ejército sionista. América Latina fue pionera en el reconocimiento y la labor de cooperación con Palestina, reconociéndola más de 25 países de la región.
Conclusión
Cuando se habla del mundo libre se miente a sabiendas porque, tanto en Occidente como en Oriente, la libertad es un mito en los pueblos sometidos al imperialismo yanqui como al imperialismo soviético. No puede haber un hombre libre en una nación esclava. La liberación que nace con una “tercera posición”, tan distante de uno como de otro de los imperialismos, lucha por la verdadera libertad de los pueblos y de los hombres, y constituye el imperativo de la juventud del mundo que aspira a disfrutar de un futuro libre de acechanzas, de la explotación y la esclavitud, que son los únicos frutos que han podido ofrecer hasta ahora los imperialismos de izquierda o de derecha”.
Juan Domingo Perón. Latinoamérica Ahora o Nunca. 1973.
A lo largo de la Historia reciente, en el siglo pasado y en la actualidad, Palestina ha demostrado tener un Pueblo y un líder comprometidos con el ideal de liberación de su Nación y de todos los pueblos del mundo. No olvidemos su apoyo a los movimientos de liberación nacional y las causas justas de soberanía, como por ejemplo su incondicional respaldo al reclamo argentino por las Islas Malvinas, así como a Siria por los Altos del Golán, la toma estadounidense de Guantánamo, entre otras.
Si algo nos enseña esta etapa que nos toca vivir es que nadie se salva solo. Y esta es una premisa universal, que debe comenzar en lo más hondo del subsuelo de la patria sublevado, para luego poder traspolarse a nivel regional y mundial. Hay un pueblo que nos reconoce como par, que resiste los embates del imperialismo con muy poca ayuda desde hace más de 100 años. Es tiempo de redoblar la apuesta, de incrementar la solidaridad y el compromiso. Porque la fantasía política termina donde empieza la realidad del peronismo, y ese universalismo que el General vislumbró hace décadas, solamente es posible con una Palestina libre, justa y soberana.
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