“Creo
que, al fin, hemos adquirido el claro concepto de que no estamos solas, ni
aisladas, sino por el contrario, solidarias y unidas alrededor de una bandera
común de combate.” Eva Perón 1947
En el año 1904 el catalán Bialet Massé escribía en su informe al vicepresidente Roca lo siguiente: “No eran pocas las mujeres que cargaban con el sostén de la familia; con la rudeza de la vida; de aquí que aceptan resignadas que, se pague su trabajo de manera que sobrepasa la explotación y con tal de satisfacer las necesidades de los que ama prescinde de las suyas hasta la desnudez y el hambre. En poco tiempo han invadido los talleres y las fábricas con paso firme, desempeñándose con precisión en muchos oficios que el hombre desempeña de mala gana y con grosería. Las costureras, las planchadoras, las lavanderas y el servicio doméstico son las principales actividades a las que se dedican las trabajadoras. La clase más numerosa las constituyen las costureras…” Ya por ésos años y en pleno auge inmigratorio las mujeres, sin ningún tipo de normativa ocupaban espacios de producción y de trabajo.
Las sin nombre
A fines del siglo XIX reconocemos a Virginia Bolten1, mujer famosa por su lucha sindical de tinte anarco-socialista, escritora del periódico que aparecía de vez en cuando llamado “la voz de la mujer”, que tenía como lema “ni Dios, ni patrón, ni marido”, encabezaba las luchas sindicales del sector femenino enfrentándose no sólo al contexto político de la época sino a sus propios compañeros.
El censo del año 1914,
indica que alrededor de 700 mil mujeres mayores de 14 años estaban empleadas,
en su mayoría en trabajo doméstico, aunque la precariedad de las condiciones de
trabajo y la falta de respeto por las de leyes laborales que regulaban el trabajo
infantil y femenino hace pensar que el número era aún más grande. Iniciada la
década infame el lugar de las mujeres en el sector laboral se precarizaba en tanto que se agudizaba la pobreza. En el año 1936 se da en Tucumán la huelga de las costureras.
Llevado adelante por alrededor de 300
mujeres que reclamaban mejoras en los precios de las prendas y en las
condiciones de trabajo. Por esos años las prendas se confeccionaban en los
hogares y la patronal generalmente estaba vinculada a grupos terratenientes y
azucareros de la provincia. El conflicto
se repite en el año 1942 luego de la reglamentación del trabajo doméstico en la
misma provincia, la primera en hacerlo en todo el país. Hoy no se conoce el
nombre de ninguna de esas mujeres.
Vengo con ésta pequeña
reflexión a buscar el nombre de las que la historia tantas veces se olvidó de
nombrar. O quizá mejor, a pensar que las mujeres siempre estuvimos presentes en
las luchas, en éste caso en las luchas obreras.
Comencé el escrito
hablando de algunas particularidades que me llaman la atención, por eso
mencioné algunos ejemplos que representaran a las mujeres en espacios de
producción o de lucha por mejoras laborales. ¿Por qué cuando hablamos de
sindicalismo de las mujeres nos separan como si no hubiésemos estado presentes
en todas las luchas obreras que tuvieron
lugar en nuestro país a lo largo de la historia? ¿Por qué entonces, cuando
hablamos de esas luchas de mujeres, no hay nombres propios? El movimiento
obrero o la masa trabajadora también está compuesta por mujeres, que también
lucharon y luchan por un país mejor. Hacer una distinción o una separación es
de alguna manera silenciar el protagonismo que también tuvieron un millar de
compañeras en la adquisición de derechos laborales.
En un país que había dado
sus primeros pasos en la industrialización por sustitución de importaciones es
que en el año 1944 Perón crea la Dirección de Trabajo y Asistencia a la Mujer
dentro de la estructura de la Secretaria de Trabajo y Previsión, organismo sin
antecedentes en Argentina y que se encargó de nuclear a mujeres sindicalizadas.
Una de las legislaciones que es aplicada en nuestro país desde esta etapa es la
de maternidad, que impedía el despido por embarazo y la protección de la mujer
durante el embarazo, que estaba estipulado en la OIT.
Es a partir del peronismo que las mujeres pueden aspirar a espacios de trabajo vinculados a la enseñanza o a tareas administrativas, producto de su mayor grado de educación. Y con las nacionalizaciones de empresas, las mujeres pudieron desempeñarse en telefonía, fábricas e industrias y en la administración pública. El espacio de desarrollo laboral iba cambiando y cada vez más mujeres se unían a la masa de trabajadores. Sin embargo, con la nueva estructura sindical inaugurada y regulada durante el peronismo y con la creciente afiliación de trabajadoras, aún no hay nombres ni figuras femeninas en las conducciones de los sindicatos.
Natalia María Bernabitti de Roldán
El 17 de octubre, el día que los trabajadores y trabajadoras se congregaron desde las primeras horas para pedir la liberación de Perón, también había mujeres, como doña Natalia María Bernabitti de Roldán, delegada de la carne en la empresa Swift. Se encargó de persuadir a sus compañeros aquel día para que apagaran las máquinas y desde Berisso se dirigieran a la Plaza de Mayo. Pero seguramente el nombre que más resuene sea el de Cipriano Reyes, quien por entonces la consideraba su mano derecha en el armado del sindicato en Berisso y en el partido laborista. Doña María fue muy cercana al General y varias veces la recibió en la Secretaría de Trabajo y Previsión. Ese 17 de octubre María estuvo en el palco de la plaza San Martín de La Plata y con sus palabras supo contagiar a toda la masa de trabajadores de los alrededores de la localidad que se habían congregado allí como se hiciera también en la Capital. Luego de su discurso, se subió a un camión con otras mujeres trabajadoras y se fueron a la Plaza de Mayo a esperar a Perón. Más adelante estaría al frente como otras mujeres del armado del Partido Peronista Femenino.
En la gesta del 17 de octubre yo encuentro dos fenómenos. Uno es el nacimiento de nuestro movimiento. El otro es el reflejo de la lucha del hombre y la mujer juntos. Desde entonces son compañeros y los une el amor y la lucha por la justicia social y la independencia económica de la Patria sin la cual no hay lugar para los derechos del Pueblo y menos aún de las mujeres. Más adelante vendría la militancia de las peronistas por lograr el voto femenino, que no solamente implicaba la participación en política de las compañeras sino también en la continuidad de un proyecto que bregara por los derechos de los trabajadores. La ley 13.010 traía a las mujeres y varones otra herramienta de dignificación.
Evita
El 27 de enero de 1947 Eva pronuncia un discurso hacia las mujeres. En el mismo expone palabras y frases tan dulces como revolucionarias para la época, y es que con el voto femenino por nacer, Evita le dice a las mujeres que ella las había reconocido. Que las había visto marchar el 17 de octubre y que las había descubierto a la par de sus compañeros en la lucha por la dignificación y el reconocimiento de sus derechos:
“Me gustó que entendieras el lenguaje de la
nueva justicia social que ganaba a los hombres, y que, ardientemente, la
aplicaras a tu grupo. Te conozco también a ti, la descamisada del 17 de
Octubre, la mujer de la reacción de un pueblo que no quiso claudicar, ni
entregarse. Te observé en las calles. Seguí tu inquietud. Vibré contigo, porque
mi lucha, es también la lucha del corazón de la mujer que en los momentos de
apremio, está junto a su hombre y su hijo, defendiendo lo entrañable”.
Eva y Perón
conforman el binomio perfecto que le otorga identidad al pueblo trabajador.
Ella instaba a las mujeres a tomar sus derechos y vivirlos, a organizarse por el
bien común y de la sociedad que no es más que el bien propio:
“Y al unirnos, colocarnos en un plano social nuevo. La mujer argentina ha superado el período de las tutorías civiles. Aquélla que se volcó en la Plaza de Mayo el 17 de Octubre; aquélla que hizo oír su voz en la fábrica, y en la oficina y en la escuela; aquélla que, día a día, trabaja junto al hombre, en toda la gama de actividades de una comunidad dinámica, no puede ser solamente la espectadora de los movimientos políticos. La mujer debe afirmar su acción. La mujer debe optar. La mujer, resorte moral de un hogar, debe ocupar su quicio, en el complejo engranaje social de un pueblo. Lo pide una necesidad nueva de organizarse, en grupos más extendidos y remozados. Lo exige en suma, la transformación del concepto de la mujer, que ha ido aumentando sacrificadamente el número de sus deberes, sin pedir el mínimo de sus derechos”.
Las de la Resistencia
El 16 de
septiembre de 1955, el General Eduardo Lonardi inicia un levantamiento armado
contra el gobierno constitucional de Perón, la Revolución Fusiladora. A partir
de aquí se desarrollarán distintos
episodios en torno a la Resistencia Peronista. Resistencia que fue más dura para
los trabajadores con un Patrón al frente de la CGT y con los sindicatos
intervenidos. Los trabajadores se pusieron al hombro la construcción política y
la lucha contra la dictadura de Aramburu primero, contra la militarización del
conflicto vía plan CONINTES de Frondizi, posteriormente, y la dictadura de
Onganía, después.
Así se
fueron forjando el Programa de La Falda de 1957, el Programa de Huerta Grande
de 1962 y el Programa del 1º de Mayo de 1968 por parte de la CGT de los Argentinos,
este último, claramente, inspirador del Cordobazo un año después.
Hace poco vivimos un nuevo aniversario de lo que fuera la movilización más significativa contra la dictadura de Onganía en la Provincia de Córdoba. El 29 de mayo de 1969, a partir de la huelga general decretada el día anterior en el plenario de CGT. El Cordobazo fue una gran movilización de estudiante universitarios y miembros del movimiento trabajador. Dentro de la masa de trabajadoras quisiera nombrar a dos compañeras: Nené Peña y Lina Averna.
Nené, hija de una militante del voto femenino que supo ser correo entre William Cooke y Perón, por esos años era secretaria de actas del sindicato de los bancarios. Trabajadora del banco de Córdoba.
Lina trabajaba en una fábrica que elaboraba cables. Afiliada y activa militante de SMATA. Ambas mujeres participaron de la movilización dentro de sus sindicatos. Ambas habían descubierto que dentro de la organización se encontraba la lucha por sus derechos. Ambas aparecen en fotos del día pero que no son las más conocidas de ese día. Pero también ambas describen ese día como el día en que sintieron que el Cordobazo era un bautismo para las que nunca habían abandonado la lucha. Tanto Lina como Nené habían sufrido la quita de derechos que se habían conquistado durante el peronismo y habían entendido que solo con organización iban a lograr volver a tenerlos. Sabían de la desaparición de Vallese, del previo bombardeo a la plaza, de la traición de quien debía defenderlas. Y ese día, como tantos otros anónimos, salieron a la calle a tomarla con la mera convicción de seguir construyendo su destino.
En estos días
En el año 2002, se aprueba la ley de cupo femenino en las comisiones directivas de los sindicatos. El 30% de esas comisiones debía ser conformado por mujeres, siempre y cuando ese sea el número de representación de mujeres en esos sindicatos. Hoy, varios años después, todavía tenemos pocas compañeras en las comisiones directivas.
En éste
pequeño y escueto recorrido solo quise poner el nombre y apellido de algunas
pocas mujeres que estuvieron luchando y defendiendo los derechos de los
trabajadores. Si Eva reconoció esa lucha, si las vio, las condujo a continuar;
si las propias compañeras se organizaron y entendieron que desde la organización
iban a lograr la defensa de sus derechos, ¿por qué al día de hoy todavía se las
separa de la lucha colectiva del movimiento trabajador? ¿Por qué al día de hoy todavía
se las desconoce? Si nos encontramos embanderadas en la misma lucha tanto
mujeres como varones y formamos un solo colectivo.
Celebro que
las compañeras hayan entendido que la política no puede seguir pasando por al
lado nuestro. Las y los trabajadores de la patria somos en definitiva quienes
tenemos la ardua tarea de luchar y defender la Justicia Social, la Independencia Económica y la
Soberanía de la Patria.
1. Quien fuera la única mujer oradora en el
primer acto por el Primero de Mayo realizado en la ciudad de Rosario en 1890.
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