El hijo de la Patria: el primer periodista | Por Ximena De Sanctis

Por Ximena De Sanctis

Responsable de la Secretaría de Prensa y Comunicación Tres de Febrero

Organización Peronismo Militante Tres de Febrero

"Trabajé siempre para mi patria poniendo voluntad, no incertidumbre; método, no desorden; disciplina, no caos; constancia, no improvisación; firmeza, no blandura; magnanimidad, no condescendencia".

Manuel Belgrano


A 200 años de su muerte, me gustaría recordar a quien considero un prócer subestimado incluso hasta por mí misma antes de ahondar en su historia: Manuel Belgrano.

Abogado, economista, político, diplomático, militar y periodista; nació el 3 de junio de 1770 en Buenos Aires, Virreinato del Perú; inició sus estudios en el Colegio de San Carlos y se formó académicamente en España. Llegó a Europa en plena Revolución Francesa y allí comenzó a tener contacto con las ideas de Rousseau, Voltaire, Adam Smith y del fisiócrata Quesnay. Adquirió los ideales de igualdad y libertad; se interesó  particularmente por las ideas fisiócratas, que sostenían que la fuente de riqueza estaba en la tierra y las complementó también con el pensamiento liberal de Smith, que afirmaba que la riqueza se encontraba en la capacidad de los hombres de transformar la materia prima en manufacturas, ya que nuestro territorio contaba con abundante riqueza natural para explotar. 

Todas las naciones cultas se esmeran en que sus materias primas no salgan de sus estados a manufacturarse, y todo su empeño en conseguir, no sólo darles nueva forma, sino aun atraer las del extranjero para ejecutar lo mismo. Y después venderlas.”

Se recibió de abogado en 1793 y fue designado por Carlos IV como Primer Secretario del Real Consulado de Comercio. Durante 16 años, su tarea era la presentación anual de una memoria que relatara las actividades realizadas durante ese período. Sin embargo, sus relatos presentados puntualizaban más en lo que debía hacerse que en lo efectuado, alertando así a las autoridades sobre las necesidades de nuestro territorio, en ese entonces aún colonizado. Creó escuelas de Dibujo, de Matemáticas y Náutica; y desde allí fomentó la educación y la formación profesional y de oficios para la gente, para que luego se aplicasen en beneficio del país. Particularmente, defendía la inclusión a la educación pública de las mujeres, indios, mestizos, criollos, mulatos y zambos; actrices y actores excluidxs y discriminadxs de la sociedad colonial.

También impulsaba la agricultura y la industria local, promoviendo proteger a esta última a través de fondos de subsidios ya que sostenía que “la importación de mercancías que impiden el consumo de las del país o que perjudican al progreso de sus manufacturas, lleva tras sí necesariamente la ruina de una nación”. Esta era para Belgrano la manera de evitar los grandes monopolios en manos de hombres “desprendidos de todo amor hacia sus semejantes” que sólo aspiraban a intereses particulares, sin considerar que así sumirían a la clase productiva a la miseria.

Dentro de sus ideas sobre el desarrollo nacional y su anhelo de justicia, propuso a fines del siglo XVIII una Reforma Agraria basada en la expropiación de las tierras abandonadas para entregarlas a los desposeídos: “es de necesidad poner los medios para que puedan entrar al orden de sociedad los que ahora casi se avergüenzan de presentarse a sus conciudadanos por su desnudez y miseria, y esto lo hemos de conseguir si se le dan propiedades (…) que se podría obligar a la venta de los terrenos, que no se cultivan, al menos en una mitad, si en un tiempo dado no se hacían las plantaciones por los propietarios; y mucho más se les debería obligar a los que tienen sus tierras enteramente desocupadas, y están colinderas con nuestras poblaciones de campaña, cuyos habitadores están rodeados de grandes propietarios y no tienen ni en común ni en particular ninguna de las gracias que les concede la ley, motivo porque no adelantan…”.

Durante las invasiones inglesas, en 1806, se incorporó a las milicias criollas y comenzó a compartir su pasión por la economía y la política con su carrera militar. Fue protagonista de la Revolución de Mayo, nombrado vocal del primer gobierno patrio y jefe de la expedición militar a la provincia del Paraguay. Así lo recordó Belgrano en su autobiografía: "Me hallaba de vocal de la Junta Provisoria cuando en el mes de agosto de 1810, se determinó mandar una expedición al Paraguay. La Junta puso las miras en mí para mandarme con la expedición auxiliadora, como representante y general en jefe de ella; admití porque no se creyese que repugnaba los riesgos, que sólo quería disfrutar de la Capital, y también porque entreveía una semilla de desunión entre los vocales mismos, que yo no podía atajar, y deseaba hallarme en un servicio activo, sin embargo de que mis conocimientos militares eran muy cortos".

Siguiendo la línea de su defensa por la inclusión de las mujeres a la construcción de la Patria, Belgrano fue el único militar en nombrarlas capitanas de su ejército. Juana Azurduy, María Remedios del Valle y Martina Silva de Gurruchaga fueron reconocidas por el General.

Belgrano fue muchas cosas realmente interesantes, como hemos repasado, pero además fue un ferviente defensor de la libertad de prensa. Durante su estadía en Europa observó el desarrollo de los periódicos y su incidencia en los asuntos gubernamentales, y en 1758 vio nacer el Diario de Madrid, el primero de habla hispana. Posteriormente, fue testigo de cómo Carlos IV prohibió la salida de nuevos semanarios por temor a que se propagaran los ideales de la Revolución Francesa. Una vez de vuelta en Buenos Aires, siendo ya el Secretario del Consulado, Belgrano se convirtió en el primer cronista de viajes. Mantenía constantes visitas y fluída comunicación con las provincias, con el fin de informar las características geográficas de los territorios para conocer las condiciones económicas y sociales de las poblaciones. Si bien sus crónicas no fueron publicitadas, formaron parte de los documentos del Consulado. Una de ellas fue realizada al cacique Juan Rosales Yanpilangien, procedente de la banda occidental de la Cordillera de Los Andes, para tomar así conocimiento de las relaciones entre los españoles y los indígenas, entre otra información.

Fue partícipe de tres emprendimientos de prensa entre 1800 y 1810, previos a La Gaceta de Buenos Aires. El Telégrafo Mercantil, Rural, Político, Económico e Historiográfico del Río de La Plata fue fundado y dirigido por el militar, abogado y escritor Francisco Antonio Cabello y Mesa en abril de 1801, por pedido de Belgrano. Fue el primer periódico porteño que funcionó como espacio de expresión para jóvenes ilustrados como Castelli y Azcuénaga, y también para la poesía, la información general y comercial. El periódico fue clausurado por orden del Virrey del Pino y dejó de aparecer en octubre de 1802 por desacuerdo de las autoridades coloniales a raíz de un artículo considerado agraviante donde se describía a la Gran Aldea, las posibilidades de comercio, las mujeres y los pueblos originarios. 

A fines de 1802 salió el Semanario de Agricultura, Industria y Comercio fundado por Juan Hipólito Vieytes, que contó con el apoyo del Real Consulado y de Belgrano, su secretario. El semanario se transforma casi en un vocero del Consulado difundiendo los beneficios de las teorías económicas vigentes en Europa y defendidas por Belgrano. Propicia el fomento de la industria, del libre comercio y, sobre todo, de la agricultura. Allí también Belgrano plasmó varias de sus ideas sobre educación. En los artículos publicados titulados "Educación Moral" se dirige a los jóvenes destacando la importancia de formar una población de "hombres industriosos y ocupados" con una sólida formación moral y cristiana: "el único molde en que pueden vaciarse los hombres grandes". En 1806 se suspendió su salida producto de las invasiones inglesas a Buenos Aires y fue finalmente clausurado de manera definitiva en 1807 por amenaza de una nueva invasión.

Desde 1810, previo a la Revolución de Mayo, hasta 1811, Belgrano fundó y dirigió el Correo de Comercio de Buenos Aires. Auspiciado por el Virrey Cisneros, fue el primer periódico fundado por hombres que representaban el pensamiento patriótico, difundiendo allí ideas a favor de la emancipación. El Correo fue un semanario económico, su foco fue traer a Buenos Aires las nuevas doctrinas que se debatían en Europa, pero pensadas para la realidad local, desafiando así las políticas económicas españolas en el Río de La Plata, de las que Belgrano se venía quejando en voz baja en el Consulado. El Instituto Nacional Belgraniano sostiene que guardaba una apariencia conciliadora con las autoridades para ocultar el verdadero sentido revolucionario de sus artículos. En el Correo también exponía acerca de la necesidad de formar un mercado interno sólido, condición necesaria para una equitativa distribución de la riqueza: “El amor a la patria y nuestras obligaciones exigen de nosotros que dirijamos nuestros cuidados y erogaciones a los objetos importantes de la agricultura e industria por medio del comercio interno para enriquecerse, enriqueciendo a la patria porque mal puede ésta salir del estado de miseria si no se da valor a los objetos de cambio y por consiguiente, lejos de hablar de utilidades, no sólo ven sus capitales perdidos, sino aun el jornal que les corresponde. Sólo el comercio interno es capaz de proporcionar ese valor a los predichos objetos, aumentando los capitales y con ellos el fondo de la Nación, porque buscando y facilitando los medios de darles consumo, los mantiene en un precio ventajoso, así para el creador como para el consumidor, de que resulta el aumento de los trabajos útiles, en seguida la abundancia, la comodidad y la población como una consecuencia forzosa”. Otro de sus números que me gustaría resaltar está dedicado a un texto titulado “La libertad de prensa es la principal base de la ilustración pública” y allí manifiesta que la libertad de prensa “es necesaria para evitar la tiranía, para moderar la arbitrariedad y los abusos, para garantizar la libertad civil, las instituciones públicas y para mejorar el gobierno de la Nación”.


Tras el triunfo de la Revolución de Mayo, el Cabildo de Buenos Aires lo designó como responsable para la Junta Protectora de la Libertad de Imprenta. Durante sus labores militares, entre 1817 y 1818 publicó el semanario Diario Militar del Ejército Auxiliador del Perú, donde se divulgaban las noticias referentes a las alternativas de la campaña y los principios morales que debía seguir el Ejército. 

Paralelamente, el 7 de junio de 1810, Mariano Moreno –abogado, periodista y político- publica “La Gazeta de Buenos Ayres”, el primer periódico del nacimiento de la Argentina y órgano de difusión de las ideas de la Primera Junta de Gobierno.  Redactada por Moreno con ayuda del sacerdote Manuel Alberti y las colaboraciones de Belgrano y Castelli, fue el segundo medio escrito de Buenos Aires. “La Gaceta” fue fundada el 2 de junio de 1810 por el primer gobierno patrio de la Argentina mediante un decreto que establecía que “el pueblo tiene derecho a saber la conducta de sus representantes”. Allí se publicaban las resoluciones oficiales, decretos y otros documentos, noticias de actualidad, extranjeras y locales, y los ideales del gobierno. Además, tuvo un rol decisivo en la formación de opinión de la sociedad. En su primera edición, Mariano Moreno expresó: “¿Por qué se han de ocultar a las Provincias sus medidas relativas a solidar su unión, bajo un nuevo sistema? ¿Por qué se les ha de tener ignorantes de las noticias prósperas o adversas que manifiesten el sucesivo estado de la Península? (…) Para el logro de tan justos deseos ha resuelto la Junta que salga a la luz un nuevo periódico semanal, con el título de la Gazeta de Buenos Ayres”. Desapareció en septiembre en 1821, cuando Bernardino Rivadavia decidió sustituirla por el Registro Oficial.

Diez años después de la primera publicación del periódico y luego de destacadas participaciones en la milicia, en el gobierno y en la Patria, el creador de la Bandera muere el 20 de junio de 1820. Sumido en la pobreza, habiendo abocado todo su capital económico y humano en la Revolución, Manuel Belgrano fue un auténtico precursor del periodismo argentino. Su pluma era temible porque supo anticipar y preparar los ánimos para las grandes reformas que se avecinaban en la Buenos Aires colonial, y divulgar la idea de que la libertad no es un fin en sí mismo, sino un medio para el bien común. Belgrano tenía un proyecto de país, una conciencia política que dejaba atrás a cualquier pensador de su tiempo, el impulso por la educación popular, la industria nacional y la justicia social, y la inteligencia de saber la ventaja que esgrime la prensa.

Y casi sin sorprenderme, en este repaso histórico por el gran Belgrano, encuentro a Perón: 

“El Justicialismo ha abandonado definitivamente el antiguo concepto liberal e individualista de la absoluta libertad, por entender que la libertad absoluta es el medio más propicio para el abuso de la libertad, que conduce a la explotación y a la opresión del poder por parte de unos pocos frente a la debilidad inmensa de la mayoría. El Justicialismo entiende que la libertad es un medio y no un fin, que no es lógico luchar por la libertad como tal, por sí misma, pero que ella es un instrumento necesario e insustituible para el hombre, que ha de usarlo en su propio beneficio, pero también en beneficio de la comunidad. Para nosotros la libertad, como la propiedad, como el capital, como la economía y todo lo que es un bien del hombre es, no solamente un bien individual, sino que además es un bien social.”

Juan Domingo Perón

 

8 de septiembre de 1951 en el Salón de Actos de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales ante la Magna Asamblea de Clausura del Primer Congreso Nacional de Periodistas.


Propongo, entonces, una revisión sobre su pensamiento sobre el periodismo. 

“Los ideales deben estar por encima de los intereses”, dice Perón, “y esta norma ética no puede ser violada ni por los hombres, ni por la prensa, ni por los gobiernos, ni por los pueblos, sin grave perjuicio para la justicia y para la libertad que sostienen como pedestales la dignidad del hombre y la dignidad de los pueblos”. Era para él, por lo tanto, una norma básica de la ética social que debía regir las funciones del periodismo cuando este quisiera ser de verdad y servir honradamente al interés social.  Sostiene que la actividad periodística de un país es el reflejo de la vida de tal y afirma que cada pueblo tiene el periodismo que se merece. “De colectividades sin ética y hombres sin honor no puede esperarse sino un periodismo sin objetivo, sin valores morales y sin virtudes”. Perón insiste en que el periodismo debe estar al servicio del pueblo y así ennoblecerlo, porque al servicio de la pasión del hombre, se envilece. Por eso y ante todo, el periodismo tendrá que someter los intereses a los ideales. El ejercicio de la libertad de prensa tiene que tener una función social, pensada como una política nacional y enmarcada en el concepto justicialista de la libertad socialmente justa, al servicio permanente de los grandes objetivos nacionales: la justicia social, la independencia económica y la soberanía política.

“Yo estoy persuadido de que si los periodistas hubieran de manejar el periodismo, y no los directores de las empresas que lo financian o los gobiernos que lo manejan, el periodismo en el mundo andaría mucho mejor y la verdad sería un verdad bien distinta de la que nos conjugan hoy en todos los lugares de la tierra. El único que puede defender la verdadera verdad es el periodista que no tiene partido en ninguno de los intereses que se juegan. El puede decir la verdad tal cual es, desnuda, sin sentir el rubor de ver turbados sus propios intereses, cuando se trata de un periodista veraz y honrado.” manifestó Perón el 24 de junio de 1953, también en el Salón de Actos de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, con motivo de la inauguración de los cursos de la Escuela de Periodismo creada por el Sindicato Argentino de Prensa. Los verdaderos intereses que el periodismo transmite los imponen los empresarios. Las causas innobles que se defienden, las mentiras y las infamias son servidas por el periodista aunque previamente implantadas por hombres que priorizan sus intereses individuales. ¿Entonces, en manos de quién debe estar el periodismo? Nuestra aspiración en el orden doctrinario-justicialista, está en realizar ese milagro (...) que el periodismo esté en manos de los periodistas; que quien quiera financiar las empresas se conforme con disfrutar de los dividendos, pero que no entre en el dividendo de la noticia, porque ese no es dividendo que le corresponde a él.” ratifica Perón, y  soñaba que “los diarios, cualquiera sea la procedencia de los bienes materiales que los sustenten, estén dirigidos en su acción periodística solamente por los periodistas, y que ningún periodista esté obligado a escribir nada que repugne a su propio espíritu de hombre honrado y a la profesión.”.


En consecuencia, el desafío que nos queda hoy como peronistas y comunicadorxs es repensar tanto los ideales de Belgrano y la doctrina de Perón sobre el rol del periodismo y la importancia e influencia de este en la política. Teniendo en cuenta que el mundo comunicacional no sólo fue uno de los campos que más se modificó en estas décadas, sino que además vive en constante cambio. Hoy es un mundo que cuenta con nuevos espacios y nuevas herramientas de difusión; que de tanta información está desinformado y contaminado de fake news y un montón más de instrumentos tóxicos que se utilizan en la actualidad en pos de la destrucción de la noticia. De todos modos, siempre resulta fundamental volver a las fuentes para reflexionar sobre el presente y nuestro contexto político actual.


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