El hombre célula: Aporte filosófico para la construcción de un modelo de salud soberano | Por Soledad García
Militante de Megafón y Secretaria de Extensión Universitaria del Centro de Estudiantes UNTREF
Organización Peronismo Militante Tres de Febrero
En las últimas semanas, al disponer la escucha hacia los medios de
comunicación, hemos evidenciado y discriminado enunciados, que hasta hace
algunos meses atrás, solo circulaban entre intelectuales, profesionales o en
espacios de discusión específicos. La pandemia del COVID-19 ha desenmascarado
una discusión que se venía forjando con ímpetu en los recovecos y trincheras de
los profesionales de la salud. Una discusión que pone a dialogar, las
concepciones sobre qué modelo de salud se debe adoptar, no solo para enfrentar
una pandemia, sino para cumplir su objetivo primordial actual: preservar la
salud de todos sus habitantes.
A partir de la antinomia falaz de discusión que nos han querido imponer,
enfrentando de forma tajante y excluyente a la salud y a la economía, es que decidimos
abordar al sanitarismo en el devenir de nuestra historia, para poder evidenciar
en el entramado de dicho abordaje a la imposibilidad de partir de esa
diferenciación, ya que es inminentemente necesario pensarlos en forma
dialéctica.
Para ello tomamos como punto de partida a la figura de Ramón Carrillo
“El gran sanitarista argentino” para poder a partir de su obra, echar luz sobre el tema y seguir construyendo los cimientos que fortalezcan la premisa de
que es imposible pensar la política sanitaria sin el abordaje de una
política social, que este acompañada de una economía a favor del Pueblo. Es
nuestro deber como peronistas analizar a la luz de la Doctrina Justicialista
las antinomias plasmadas por los medios de comunicación, que solo reproducen
telones de fondo del discurso cipayo e imperialista. Pensar en términos de
contrarios solo supone una diferenciación a modo de batalla de antónimos, que
nos conduce a un imperante reduccionismo. No discutimos si salud o economía.
Discutimos y disputamos qué proyecto de país queremos construir en materia de
salud, lo cual nos conduce inevitablemente a pensar en la economía, y en todos
los aspectos de lo social. Para eso, proponemos pensar en el ser ciudadano, en
el sujeto receptor de la política en materia de salud. “El hombre célula”, a
modo de analogía en su estructura semántica, nos invita a pensar en términos
filosóficos y doctrinarios al sujeto entramado física y corporalmente con lo
social y que, por decantación, surge la necesidad de un abordaje en salud de
forma integral. Realizamos una apuesta a pensar a los sujetos desde lo corporal
como síntesis entre lo orgánico y la cultura.
Breve crónica de un
encuentro anunciado. Desde lo académico hasta Perón.
Nacido en 1906, en Santiago del Estero, hijo del profesor y político
Ramón carrillo y de María Salome Gómez Carrillo. En 1924, comenzó a cursar a
facultad de medicina de buenos aires, donde se recibió en 1929 a la edad de
veintidós años. A fines de 1930 se embarcó hacia Ámsterdam, para
hacer uso de una beca de la universidad, obtenida por su alto rendimiento
académico. Tras varios movimientos dentro del viejo continente, en busca de
nuevos aprendizajes, arribó al país en 1933, donde estuvo a cargo de la
organización del laboratorio de neuropatología del Instituto de clínica
quirúrgica. Pero, lo realmente importante de esta etapa es que Carrillo
comienza a evidenciar, en plena década infame, el saqueo y la
destrucción que sufre su Patria. Hacia esa época, adhiere al llamado
Pensamiento Nacional con el grupo FORJA, acompañado por Arturo Jauretche y
Homero Manzi, entre otros. Es así como comienza la articulación profunda de sus
conceptualizaciones médicas con las premisas sociales y políticas. Dentro de
las advertencias arrojadas por Carrillo se encuentra la siguiente premisa:
“Somos un país cultural, mental y económicamente colonizado” Bertiche, O
y Braile, A (2018). La guerra psicológica, tributo a Ramón Carrillo
P. 214. Editorial Vuelta a casa.
Estando a cargo del servicio de neurología y neurociencia de Hospital
Militar Central, comienza a vislumbrar la prevalencia de enfermedades ligadas a
la pobreza, con acento en los jóvenes de provincias postergadas. Es
en este contexto hospitalario que tendrá sus primeros encuentros con el General
Juan Domingo Perón en 1944, y comenzara allí a forjarse un vínculo estrecho de
suma confianza. Preocupado por el problema argentino, avanza en una lucha, que
se ve dificultada por las resistencias hegemónicas en materia de salud de la
época. Carrillo observa alrededor de la figura de Perón el movimiento que le
dará base ideológica a una fuerza de características nacionales. Volviendo
hacia atrás en su bibliografía podemos ubicar en
1933 una mayor participación política por parte de Carrillo, al
volver a Buenos aires, no sólo al interior de la corporación médica sino dentro
del claustro universitario y militar. Este viraje lo condujo a acercarse a Juan
Domingo Perón y a visualizar al movimiento político como el medio para
consolidar una nación libre de la presión de las ideologías foráneas y de
esta forma reencontrar la verdadera esencia de la nacionalidad argentina bajo
una doctrina espiritual y política. Con esta observación, con su ardua formación, su sentir dispuesto hacia
el pueblo y la causa nacional, es que Ramón Carrillo se convierte en el
secretario de salud pública de la nación el día 4 de junio de 1946, para luego
convertirse en 1949 en el primer Ministro de Salud Nacional de nuestra Patria.
Es importante pensar su incidencia en la configuración de la política
pública en salud, bajo la premisa que guiaba todo su quehacer: No puede
haber política sanitaria sin política social.
Con sentido del deber, y profundo patriotismo, Carrillo siguió los
lineamientos fijados por las bases del peronismo naciente: todos los
hombres tenían derecho a la vida y a la salud y sumado al binomio de
política sanitaria y política social, debía agregarse una economía
independiente a favor de las mayorías.
Comienza a elaborar un plan de intervención cementado a tres grandes
premisas: “Todos los hombres tienen derecho a la vida y a la salud”, “No puede haber política sanitaria sin política social” y “De
nada sirven las conquistas de la técnica médica si esta no puede llegar al
pueblo por los medios adecuados”.
Carrillo marcó el interés en temas que el Estado no había profundizado: la medicina
preventiva, la medicina social, la atención materno – infantil, impulso de la
arquitectura hospitalaria, como así también la creación de cursos tales como el
de instrumentación quirúrgica. Su labor se basó en
los conceptos de centralización normativa y descentralización ejecutiva. Como parte de su estrategia para mejorar la estructura sanitaria,
Carrillo dividió al país en zonas sanitarias y planificó cada una de ellas
a atención específica de sus problemas, acompañado y recibiendo apoyo de la Fundación
Eva Perón, además de la elaboración del Plan analítico de salud pública.
Los planteos en el modelo de salud de Carrillo, estaban acompañados por
las políticas sociales y económicas adoptadas por el entonces presidente, Juan
Domingo Perón, quien en su discurso de asunción planteaba que:
“En los estudios realizados en el consejo nacional de posguerra, quedo
sentado que la industrialización representa: Independencia económica,
independencia política, equilibrio económico, intensificación del trabajo,
mejor formación profesional, mejores retribuciones. (…) Debemos proteger y
fomentar la industria sana y útil, base del trabajo, de producción, de escuela
de prácticos y técnicos, facilitar el desarrollo de actividades productivas
industriales y comerciales, implantar una clasificación adecuada procurando la
centralización del control, con el establecimiento de institutos nacionales de
investigación para cada rama específica, sistematizando el estudio de los problemas
que se presentan para resolverlos de forma práctica y rápida”
Acompañado por este modelo de país en disputa, abrazado posteriormente
por la Doctrina Justicialista, Carrillo le otorga a los procesos de
salud-enfermedad su categoría social, corriendo a las instituciones
hospitalarias de su parecido a una antesala previa a la muerte, vertiendo en
ellas un contenido que les permita, pensar al hombre, ya no como
hombre-máquina, sino como sujeto parte de una comunidad. Retomando la verdad número
quince, sabemos que como Doctrina política, el Justicialismo realiza el
equilibrio del derecho del individuo con el de la comunidad, puntapié
fundamental para poder comprender a la salud desde su vertiente social y
aceptar que tanto la salud como la enfermedad, son materia del Estado.
El Modelo Argentino no quiere ser otra cosa que la expresión representativa y
la síntesis prospectiva de una ideología y una doctrina nacional, que nos
invita a pensar al hombre como célula del entramado general y permita enaltecer
la voluntad del pueblo como único faro guía de toda acción que opere
modificando la vida de los compatriotas. Como aporte a este análisis abordamos
“Al hombre célula”, entendiendo a la célula como la unidad mínima
fundamental de todo organismo. En tal caso, nosotros diríamos que el
hombre es la unidad mínima, indisoluble de una comunidad, que se realiza
teniendo en cuenta de las realizaciones de las partes, que habitan un mismo
espíritu. La armonía, de esa comunidad se organiza en un sentir uniforme, que
actúa de guía indispensable para conocer hacia dónde y cómo se debe avanzar. La
comunidad organizada, comprende al hombre como sujeto libre de sentir y hacer,
no es una comunidad mecanizada donde la individualidad se diluye en una
estructura de sentires ajenos.
La célula, a pesar de ser la unidad fundamental e indisoluble de un
organismo vivo, podríamos descomponerla en sub unidades, únicamente para
favorecer el análisis. Cada una de las partes es esencial para el
funcionamiento de la estructura celular. Una membrana que contiene, que oficia
de continente del contenido, una mitocondria encargada de generar la mayor
parte de energía que necesita la célula, y lo esencial, el núcleo celular que
contiene la información genética del individuo, información única e irrepetible,
el ADN. Pero, nosotros no nos adentraremos en terminologías biológicas, nos
interesa crear una analogía posible que haga imagen de algo que los peronistas,
nos dedicamos a sentir. Nuestra membrana de contención, el Movimiento. “Para un peronista, no hay
nada mejor que otro peronista”. Nuestro motor con tracción a sangre que nos
brinda la energía, nuestro Mandato Histórico asumido. Y por último
nuestro núcleo, la Doctrina, que nos permite sentirnos únicos e
irrepetibles, pero nos hermana en espíritu.
Retrospectivamente, en nuestra historia podemos ubicar a Ramón Carrillo como punto de inflexión, para poder
ejemplificar un proyecto nacional de salud, donde se tuvo en cuenta a los
ciudadanos y ciudadanas como parte de un entramado psico-bio-social
y esa cosmovisión estaba acompañada de políticas sociales y economía
nacional. ¿Es posible pensar a la enfermedad que atañe al hombre célula sin
analizar la comunidad-organismo que habita? La experiencia nos dice rápidamente
que no. Ese análisis debe estar sostenido e iluminado por las premisas
fundadoras de esta comunidad. Pensar la enfermedad es pensar en plural, en
colectivo.
Por otro lado, nos arrojamos rápidamente a analizar las nociones de
salud y enfermedad bajo la lupa de lo meramente territorial y sus relaciones
con el medio donde habitan los ciudadanos y ciudadanas. La pobreza, la
marginalidad, la exclusión, son factores decisivos, meramente culturales, que
tocan a cuerpo y hacen carne la desigualdad. Cuerpo (construcción) y
organismo (órganos), no son la misma cosa. Necesariamente debemos
despojarnos de todas las ideas sobre lo humano que partan desde el dualismo
cartesiano y hacer una apuesta subjetiva que le otorgue a lo humano una
categoría teórica y espiritual que tenga en cuenta al ser en comunidad y
a la construcción corporal como un proceso meramente social, que se
ensambla a lo orgánico en términos biológicos. Lo social toca al organismo, lo
transforma y como síntesis se va construyendo el cuerpo en forma dialéctica,
con total necesidad de la presencia del otro como donante del lenguaje y
costumbres. Solo así, podremos comprender al sujeto en su vertiente relacional
y al hombre como resultado de la interacción de lo orgánico y lo social.
¿Qué implica estar sano entonces? Percibir que el estar sano tiene diferentes
connotaciones, nos permite avanzar en la conceptualización de la práctica en
salud referida a promover, mantener y recuperar la salud desde un enfoque
de equidad y de derecho. Los determinantes en salud son imprescindibles
para lograr un mayor entendimiento sobre qué factores determinan los procesos
de salud-enfermedad en cada territorio: Empleo, redes de apoyo social,
condiciones de trabajo, entorno, historia familiar, educación, condiciones
sanitarias, condiciones y modos de vida, etc. Bajo estas premisas determinantes
es que se ensamblan las nociones de promoción, prevención y atención en salud.
En esta oportunidad abordar un determinante estructural, nos permitiría
comprender bajo qué Gobiernos, es posible la construcción de un proyecto en
salud soberano. La creación e implementación de políticas públicas en materia
de salud en un juego de vaivén con los determinantes intermedios como lo pueden
ser la educación o distintos factores biológicos, son lo que definen
la salud y el bienestar del pueblo. Las políticas públicas sanitarias,
deben operar y realizarse en el seno de esta relación del hombre y la sociedad,
dirigida hacia ese espacio potencial donde la salud y la enfermedad hacen
mella.
Ante la aparición del Covid-19 se ha puesto en tema de debate al estado del
sistema de salud y a la hipotética gestión que deberían llevar a cabo los Gobiernos para hacerle frente a la
pandemia mundial. En nuestro país, la pandemia desenmascaró el desastre
sanitario que nos dejó el macrismo. Las garras de los enemigos no descansan y
quieren imponernos discusiones de tinte progresista, antinomias falaces y
enunciados extranjeros. Es nuestro deber como peronistas aportar una mirada
superadora que nos permita hacer síntesis de una realidad que nos muestra: por
un lado la presión de las diferentes formas que adopta el imperialismo
en nuestro país, que en medio de una pandemia mundial, continúa penetrando en
el discurso colectivo aprovechando el contexto de aislamiento social, donde los
ciudadanos y ciudadanas están durante más tiempo dispuestos a la escucha de los
medios de comunicación, intentando poner en tela de juicio el accionar del Gobierno
de Alberto Fernández, traccionando su posicionamiento a elegir sobre la salud o
la economía. Por otro, el sentir del pueblo argentino que no
discrimina conceptos, sino que siente unificado, hermanado a una realidad que
se le presenta como un todo. Quien se encuentra en medio de dos precipicios,
percibe que la salida no es hacia los polos, sino que es por arriba, es de un
modo superador. Con altura teórica, con vuelo político, Alberto nos muestra un
andamiaje integral que no pierde de vista que la salud de los argentinos y las
argentinas es la prioridad. Pero no desconoce que para lograr el objetivo
primordial es necesario operar en el seno del entramado entre el hombre y lo
social.
Discutamos los modos, porque el contenido lo tenemos bien en claro: Un
proyecto de salud sanitarista que piense al “Hombre célula” e intervenga en el
seno de las relaciones dialécticas del hombre y la comunidad. Un proyecto que,
como política sanitaria esté acompañado de una política social y una economía a
favor de las mayorías. Entre salud y economía, elegimos la política,
como herramienta fundamental de transformación, que es la única herramienta que
nos permitirá alcanzar la felicidad de nuestro pueblo y la grandeza de la
nación. De nada valdría medicalizar al organismo si el cuerpo es el
sufriente y es portavoz de una enfermedad social. Preservar la salud de los
argentinos y las argentinas es fundamental, para que la comunidad se realice,
para que nuestro espíritu siga inundando las calles, para que el proyecto de
país libre, justo y soberano que anhelamos, sea realidad efectiva, esa misma
que le debemos a Perón.
Maravilloso , aprendí cosas que desconocía. Felicitaciones Soledad por jugarte por tus ideales.
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